lunes, 6 de abril de 2009

Cacería

La ciudad estaba mortalmente tranquila, habíamos recorrido diversas manzanas, buscando pequeños supermercados para poder conseguir provisiones. Tuvimos mucha suerte, en el primero de ellos pudimos comer bien, y agenciarnos un par de mochilas donde llevar principalmente latas de conserva, cereales y algunos productos que pronto encontraríamos caducados en todas partes, así que ¿por qué no aprovechar? al fin y al cabo nadie podía prever lo que duraría esta caótica situación. Tras salir de la "compra" caminamos buscando un refugio más adecuado que el banco para pasar la siguiente noche, si algo estaba claro es que la calle era sinónimo de una desagradable pesadilla. A pesar de todo, el Sol o la luz diurna no debía gustarles, pues la ciudad parecía desierta al menos en nuestro actual distrito. "Alexandra ¿Llevas bien el peso de la mochila, no pesa demasiado? Creo que tengo algún hueco en la mía para algunas latas más"

"Estoy bien, de momento. Pero no creo que quepa nada más" digo, mirando de reojo a mi espalda. Me he quitado la bata del hospital, la ropa oscura que llevaba por debajo parece más apropiada para pasar desapercibida. No hemos visto a nadie desde que dejamos el banco esta mañana. Los otros dos, el hombre y la niña, no quisieron venir con nosotros. No se atrevían a salir, aunque a mi me parece más peligroso quedarse allí.
Atravesamos una larga avenida y nos adentramos en una calle llena de edificios de oficinas. Esto era parte del distrito financiero, ahora desierto y abandonado. Los disturbios debieron ser graves aquí, hay cristales y escombros por todas partes. Vuelvo a mirar atrás, comprobando que nadie nos sigue. Me estoy volviendo un poco paranoica. "Por favor, relájate un poco" dice Isaac. Creo que mi ansiedad le altera un poco. "Lo siento" respondo, y sigo caminando. Ahora me vuelvo de golpe. Esta vez, estoy segura de que he oído algo, como un murmullo, pero cuando observamos atentamente no encontramos indicios de movimiento alguno. Isaac me coge del brazo y tira de mi. "No podemos quedarnos parados, hay que encontrar refugio". Avanzamos un poco más y escucho de nuevo el murmullo. No puedo evitarlo y miro de nuevo a mis espaldas. Isaac abre la boca para protestar, pero cuando se da la vuelta, se queda sin palabras.

Como atraídos por la sangre de nuestras venas, varias de esas criaturas aparecían de cualquier parte, algunos incluso daban la sensación de "despertar" en ese instante, y lo que antes parecía un cadáver al Sol, se alzaba ante el paso y gruñidos de los que se reunían tras nosotros. "Nunca me había sentido tan atractivo" digo con una mueca a modo de sonrisa forzada, "Aceleremos el paso, son lentos pero puede haber miles, y en esta avenida no estamos precisamente a cubierto" la doctora asiente, veo la tensión aumentar paulatinamente en sus ojos, y comenzamos a acelerar el paso. Giramos a la derecha en el siguiente cruce, para encontrar de frente una macabra "manifestación" de muerte, lo curioso es que ya estaban de camino hacia nosotros, así que damos media vuelta y aceleramos un poco más, nerviosos. "¿Actuan en común o simplemente es casualidad que todos parezcan olernos?" Pienso en voz alta mientras caminamos deprisa esquivando coches, escombros y lo que parecen inofensivos cadáveres. De pronto oigo el grito de pánico de Alexandra : "¡Ah!¡Corre!!!" mientras tira de mi manga, giro la cabeza justo a tiempo para ver que de entre la multitud que nos persigue, uno de esos muertos especialmente escuálido, sale entre ellos y carga a la carrera contra nosotros, parpadeo incrédulo, perplejo y empezamos a correr, como liebres huyendo de los perros en una cacería.

Es muy rápido, es mucho más rápido que todos los demás despojos juntos. Nos persigue a lo largo de toda la avenida y ni siquiera cuando cambiamos de rumbo parece despistarse, la horda de muertos arrastrándose detrás de él. Isaac está bien entrenado, pero yo no. El pecho me arde y las piernas apenas me responden, continuo únicamente por instinto de supervivencia. Entonces algo me frena y casi pierdo el equilibrio. ¡El maldito despojo ha agarrado la mochila! Me la saco de la espalda y sigo corriendo, pero la tira al suelo y se echa encima de mí. Grito y forcejeo, doy patadas, esquivo un mordisco por los pelos. El corazón me va a estallar, no puedo creer que vaya a morir aquí. Un rodillazo en el estómago, me quedo sin respiración, ni siquiera puedo gritar del dolor. De reojo veo a Isaac, se ha detenido en medio de la calzada. Consigo liberar una mano y le doy un puñetazo en la cara al muerto, su nariz se deforma grotescamente pero ni aún así vacila un instante. Parece que el olor de la sangre lo vuelve incluso más salvaje. Al fin consigue inmovilizarme del todo y observo presa del pánico cómo se prepara para asestar su golpe de gracia.

Oigo tras de mi un golpe seco, algo cae en el suelo, giro la cabeza sin dejar de correr y veo al zombi abalanzarse sobre Alexandra, ¡Está perdida! pienso dándome cuenta de que estoy parado en la calzada mirando la escena, empiezo a correr de nuevo. El muerto parece saborear el instante antes de asestar un bocado a su presa, con una fuerza atroz la mantiene inmovilizada gruñendo y babeandole encima una mezcla de saliva y sangre por el golpe recibido en el rostro. Se abalanza sobre ella con los dientes prestos y en el último instante la cabeza del monstruo se estampa contra el asfalto violentamente a la izquierda de la doctora. Entro en cólera tras esa primera patada, y sigo pateando duramente la cabeza del zombi mientras se revuelve entre gruñidos y convulsiones. De pronto algo tira de mí con desesperación, "la doctora" pienso, "La horda de muertos se nos echa encima Isaac, ¡¡vámonos!!"
Exhaustos y jadeantes, sin tiempo para retomar el aliento, continuamos la carrera con una mochila menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario