Nos hemos alejado ya unos cuantos kilómetros del cordón militar. De lo que queda, al menos, de la barrera que tenía que impedir que la plaga se extendiera. Me pregunto qué habrá más allá. Todos nos lo preguntamos, claro, qué vamos a pensar si no. Es complicado convivir con la incertidumbre.
- No sé hacia dónde ir -dice Lukas. Parece que habla más para sí mismo que para los demás. No me había dado cuenta de que había detenido el coche.
- ¿Véis algún camino? -pregunto desde el asiento de atrás.
- No, sólo árboles y maleza.
Isaac abre la puerta del coche.
- Iré a ver qué hay en los alrededores -dice-. Podéis aparcar por ahí.
Señala un bosquecillo a unos cien metros de donde estamos. En realidad no es más que un pequeño grupo de árboles.
- Quedaos dentro con los seguros puestos y no llaméis la atención. Tenéis las armas si las necesitáis -advierte, y baja del todoterreno de un salto.
- ¡Ten cuidado! -le grito, pero ya ha cerrado la puerta y se aleja rápidamente de nosotros.
Avanzo unos minutos entre la maleza sin saber realmente qué ando buscando. No sé muy bien hacia dónde voy a ir, o qué voy a hacer con ellos. Están destrozados y a estas alturas me siento incapaz de protegerlos. Me muevo rápido, aunque empiezo a sentir el cansancio ahora que la adrenalina del momento se está disipando. Busco algún camino, aunque sea de tierra, para no seguir avanzando sin rumbo campo a través. El todoterreno lo aguantaría pero no tenemos gasolina ilimitada y deberíamos encontrar refugio, algún lugar para descansar y reponer fuerzas.
Camino un rato bordeando un grupo de árboles. La silueta de la ciudad maldita que acabamos de abandonar se desdibuja a mis espaldas a medida que una niebla baja se posa sobre los edificios. Nos quedan un par de horas de luz, como mucho. A la derecha creo distinguir una autopista, pero no me parece una opción demasiado segura. Sigo adelante un trecho más, el terreno que se extiende ante mí es una llanura ondulada salpicada por pequeñas zonas boscosas. Creo que veo una casa... Me acerco despacio, intentando no hacer ruido ni llamar la atención.
Desde el todoterreno no se ve gran cosa. No nos hemos cruzado con nadie desde que atravesamos el cordón militar, ni vivo ni muerto. No es que eso me tranquilice, porque en algún sitio tienen que estar, los militares y los zombis que los obligaron a huir. Si rompieron la cuarentena, la situación debía ser realmente grave, tal vez aparecieron otros focos, o tal vez lo que hicieron fue ampliar la zona restringida. Aunque lo lógico sería ir cerrando el cerco hasta acabar con todos los infectados... Quién sabe qué puede haber pasado ahí fuera, hace semanas que no veo un periódico, ya ni hablar de un ordenador o un teléfono móvil. Las comunicaciones con el exterior se cortaron con la cuarentena. Tal vez el mundo entero está lleno de muertos vivientes.
- ¿Creéis que Isaac encontrará algún camino? -pregunto a nadie en concreto. Mishel no parece inmutarse. Lukas se encoge de hombros.
- Algo tiene que haber -dice sin mucha convicción-. Aunque sea una carretera rural, no sé.
Se queda callado.
- Mishel, ¿tú cómo te encuentras?
Otra que no dice nada. Me dejo caer sobre el asiento y la cabeza me empieza a dar vueltas. El oído me duele y el zumbido no se va. Mishel empieza a llorar.
- Me duele el estómago -dice entre sollozos. Acurrucada en el asiento del coche tiene el aspecto de una niña asustada. No nos hemos llevado muy bien desde que nos conocimos, pero después de lo que ha pasado, necesita una amiga. Supongo que yo también.
A medida que me acerco me doy cuenta de que no es más que una caseta de madera, un cobertizo destartalado y con aspecto de abandono. Tal vez podría echar un vistazo al interior... La puerta está entreabierta, la empujo con cuidado, entonces escucho un ruido, un murmullo. Me preparo para atacar a lo que sea que está en el interior, situándome a un lado de la puerta y abriéndola de golpe de una patada. Algo sale corriendo de dentro, una forma oscura y pequeña, sin saber qué es me echo encima y la atrapo. Cuando me doy cuenta, un pequeño animal se revuelve entre mis brazos, intentando escapar. Debería soltarlo, pero no lo hago. En lugar de eso, le retuerzo el cuello bruscamente, y deja de moverse. Observo un segundo la bola peluda en mis manos. Era un mapache. Ahora es mi cena. Busco unos minutos de intimidad en el cobertizo para disfrutar a solas del bocado.
Me limpio la cara con las mangas antes de salir del cobertizo. La sangre del mapache pasa desapercibida entre las otras manchas de mi ropa. Miro a mi alrededor, todo continua igual que hace unos minutos. Me siento mejor después de mi aperitivo, con más energía para seguir buscando. No es lo mejor que he comido... pero es lo que me apetecía ahora mismo. Mejor no pensar más en ello. Todavía no tengo muy claro cuál es mi lugar en la cadena alimentaria.
Vemos regresar a Isaac al cabo de un rato, no sabría decir cuánto tiempo ha pasado. Mi reloj se rompió hace días. Cuando Isaac llega parece más tranquilo, más centrado. Se mete en el coche y cierra la puerta con fuerza.
- He encontrado una pequeña carretera que parece despejada -dice-. Ni siquiera está asfaltada, pero tiene que llevar a algún lugar.
Si se aleja de la ciudad, me vale.
- Debe ir hacia Cornwell -dice Lukas. Es el que mejor conoce la zona.
- ¿Qué sabes del lugar? -pregunta Isaac.
- Si no me he desorientado mucho, está en esa dirección. Es un pueblo pequeño, tranquilo. No creo que tenga muchos habitantes...
- Eso significa pocos zombis, también -añado.
- Aún así, no bajemos la guardia -advierte Isaac.
- No lo haremos -respondo-. Pero deberíamos ponernos en marcha ya.
Isaac asiente y Lukas arranca el vehículo. Seguimos sus indicaciones hasta el camino. Todavía ni un alma. No he decidido aún si es buena o mala señal.
Por fiiin!! Ya tenía ganas de volver a saber de ellos.
ResponderEliminarBien, yo tambien estaba ansioso de continuar leyendolos luego de un largo receso, si me permiten hacer un poco de publicidad, yo tambien quiero contar una historia q tengo pensada desde hace un buen tiempo este es la direccion de mi blog: http://tierrademuertos-mx.blogspot.com/ aun no posteo nada pero espero pronto tener algo. Saludos desde Mexico
ResponderEliminar¡Bien! No había desistido en pasarme cada día por aquí, con esperanza de encontrar nuevas huellas de los supervivientes; Y mi persistencia a merecido la pena.
ResponderEliminar¡Gracias! Menudo regreso, sencillo pero prometedor. ;)
Uououo, por fin la tan esperada segunda parte!!! A ver que aventuras les esperan fuera de la ciudad.
ResponderEliminarVanessa_K
PD: Ya estoy esperando ansiosa el siguiente post :P
Increíble que continuéis aquí después de tanto tiempo... Muchas, muchas gracias por seguir leyendo esta historia, haré lo posible por estar a la altura :)
ResponderEliminarUn pueblecito...ya hay ganas de saber que encontrarán allí, están destinados a no tener un segundo de calma :)
ResponderEliminarTe has ganado otro lector, intaré pasarme por aquí, y me leeré un capítulo al día.
ResponderEliminarAh!
Si os gustan las historias de miedo, leed "Zombie":
http://zombielahistoria.blogspot.com.es/
Disfrutareis leyendo...
Bienvenido m.! Espero que disfrutes de esta historia :)
ResponderEliminarMe alegro de la historia se haya reanudado finalmente después de este tiempo de espera. De la entrada en sí, me han gustado la dureza y resolución que parece destilar la persona de Isaac y la atmósfera general de incertidumbre, tensión y amenaza que flota en el ambiente.
ResponderEliminarPor fin!! La verdad es que parte de la culpa de que tenga mi blog abandonado sois vosotros, que siempre actualizaba después de leeros... Qué bien que vamos a seguir la aventura!! Este pueblo promete, y con los cambios que han sufrido los protagonistas...¡quién sabe lo que podría pasar!
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