martes, 12 de enero de 2010

El vecino de arriba

- Esperad aquí un momento -susurra Sam. Con el hacha preparada, se acerca lentamente a la puerta, también manchada de sangre, y da dos fuertes golpes con el puño. Esperamos en silencio una respuesta, un sonido, algo que nos indique qué hay dentro del piso, qué ha causado este estropicio. No ocurre nada. Repite los golpes, esta vez con más fuerza. Supongo que si hubiera algún muerto en el interior, lo hubiéramos oído gemir, o al menos arrastrarse en dirección a la entrada. Aunque a estas alturas, es difícil estar seguros de nada.
- ¿Entramos? -añade Sam, en voz baja. Asentimos y nos ponemos en marcha, detrás de él, procurando caminar con el máximo sigilo posible. Un desagradable olor nos da la bienvenida, y no puedo evitar rememorar la zanja con la que nos encontramos hace un par de días. El olor es el mismo, aunque menos intenso. Es olor a cadáver.
- Tengo náuseas... -murmura Mishel, angustiada. Me cubro la nariz y la boca con la manga de la chaqueta, y ella me imita. A medida que nos adentramos en el piso, el olor es más intenso. Al final, inevitablemente nos encontramos con la fuente.

Entramos en el dormitorio y la escena es, por decirlo suavemente, bastante desagradable. La pobre mujer debe de llevar varios días muerta, sobre un charco de sangre de color oscuro del que surgen las marcas que hemos seguido desde la entrada del piso. El hecho de que tenga la cabeza destrozada hace pensar que estaba infectada y alguien la mató, tal vez, el propietario del pie que todavía mantiene agarrado con su mano amoratada y fría. Me pregunto si esa persona fue quien dejó las trazas de sangre en el suelo, al alejarse de ella. Lo cual indicaría, por otra parte, que probablemente ahora se encuentre rondando cerca de aquí, convertida ya en un despojo. Y eso no nos conviene para nada.
- Es horrible... -murmura Mishel a mis espaldas.
- ¿Cómo puede alguien arrancar un pie de esa manera? -añade Alex, perpleja.
- Creo que prefiero no saber los detalles... -le respondo-. Su propietario podría seguir por aquí. Deberíamos registrar el piso a fondo.
Los demás están de acuerdo, así que una a una, revisamos todas las habitaciones de la vivienda. El piso es pequeño y muy pronto llegamos a la conclusión de que, aparte del cadáver, estamos solos. Por el momento, hemos encontrado un buen lugar donde descansar, lo cual es bastante reconfortante, pero no creo que me quede tranquilo hasta asegurarme de que el zombi cojo no anda cerca. A juzgar por lo que hemos visto hasta ahora, sólo se me ocurre un sitio donde pueda estar.


- Deberíamos revisar también la azotea -dice Isaac, muy serio-. Las marcas de sangre subían las escaleras, el muerto podría estar allí.
No me atrae especialmente la idea de ir en busca de un zombie que bien podría no estar solo, por mucho que a la luz del día no parezcan tan peligrosos, pero tampoco me gustaría que apareciera aporreando la puerta mientras dormimos. He tenido suficientes sorpresas para toda mi vida.

- Vamos -digo, decidida.


Sam
y yo encabezamos la marcha. Nuestro armamento, el que ya comienza a ser propio de cada uno: un hacha y un martillo, ambos cortesía del servicio de bomberos. Isaac, detrás, lleva una pistola, aunque hemos acordado que lo mejor es ahorrar toda la munición posible. Mishel se ha hecho con un palo de golf, aunque no parece que tenga muchas ganas de usarlo. Tampoco a mí me gusta destrozar cabezas... Subimos un pequeño tramo de escaleras y poco después encontramos la puerta que conduce a la azotea. Está abierta y manchada de sangre. Esperamos unos instantes, en silencio, atentos al menor sonido que pudiera denotar una presencia extraña, pero no se oye nada. Me asomo por el umbral de la puerta, sólo un poco, y analizo con cuidado todo mi campo de visión, pero parece que no hay nadie. Me adelanto un poco más, y es entonces cuando algo pesado y frío me cae encima.


Todo parece transcurrir más lentamente ante mis ojos, veo al condenado sobre la doctora moverse muy lentamente, mientras ella abre la boca para gritar y el rostro de nuestros compañeros se desencaja en una mueca de horror a cámara lenta. Lo veo todo como si no fuera real, como si no fuera conmigo y por un segundo me quedo observando como la criatura mantiene fuertemente su presa contra el suelo y se dispone a morderla, entonces me cabreo, me cabreo de verdad.
Propino una patada en el costado de la criatura antes de que cumpla sus deseos y ésta sale despedida unos pocos metros a un lado, rodando por el tejado. Le falta un pié, sin duda el amigo de la vecina de abajo, un chico listo pienso. Avanzo hacia él con paso seguro, no se por qué pero no tengo miedo, es como un sueño en el que manejo mi voluntad. Sigo pataleando a la criatura mientras ésta se revuelve para intentar atraparme, demasiado lento. De pronto deja de moverse, me cercioro de que la última patada ha debido romperle el espinazo, tengo las botas llenas de sangre pero no me importa, siento una falta de sensibilidad un tanto extraña y de repente me siento tremendamente agotado, hambriento y pesado... me fallan las fuerzas pero huelo algo apetecible, me giro y sonrío a mis compañeros, sus caras me muestran su máximo esplendor de sorpresa, pero no me importa... demasiado.

Me levanto del suelo trastabillando, todavía con el pulso acelerado por el susto. Por suerte Isaac se ha deshecho del engendro antes de que tuviera tiempo de nada, aunque ha estado cerca... Me doy cuenta de que se ha formado un silencio extraño y veo a Sam y Mishel, completamente inmóviles, que observan a Isaac con expresión de sorpresa. En su rostro se dibuja una sonrisa, como la de quien escucha de pronto una canción que le gusta o recuerda una buena comida. Se acerca a nosotros lentamente, ni siquier parece cansado después de la paliza que le ha dado al despojo hace un momento. Lo cierto es que ha sido bastante sorprendente, sobre todo sabiendo que hace un minuto, en el piso, apenas podía mantenerse en pie. ¿Qué le pasa? Está como ido...
- ¿Isaac?

Se detiene y mira a su alrededor, como confundido. No sé si pronunciar su nombre lo ha devuelto a la realidad o sólo ha sido cuestión de suerte.

9 comentarios:

  1. Ooohhh!!! Esto me hace pensar que lo que le dieron aquellos hombres no está haciendo su función, ¿o puede que si? ¿Y ese cambio tan repentino en Isaac? ¡¡No por favor, que no se haga zombie él también!!

    Vanessa_K

    ResponderEliminar
  2. Qué intriga con Isaac... se estará conviertiendo...

    ResponderEliminar
  3. Ummm... lo que le dieron solo retrasa la infeccion? Aun le tendran que dar un hachazo...

    ResponderEliminar
  4. Se pasan los efectos, nada es para siempre, al final acabarán buscando a los que le medicaron para que le den más de su antídoto... xD

    ResponderEliminar
  5. ¿Lo han convertido en un monstruo sádico?

    ResponderEliminar
  6. Yo creo que se está transformando en un mata-zombis de calidad. Es muy probable que lo que le dieran tengo un efecto revitalizador, le dé fuerzas herculianas y por el momento no tenga posibilidades de controlar. Esperemos a ver...

    Un saludo!!

    ResponderEliminar
  7. Venga, especulemos!

    ¿Qué puede estar pasando? ¿Qué os gustaría que pasara? We want to know!

    ResponderEliminar
  8. " Tampoco a mí me gusta destrozar cabezas..."

    MENTIRA!!! XDD

    Estoy con Fer, creo que la debilidad era la calma que precede a la tempestad. Quizá ahora sea una especie de Blade de los zombis... Sea como sea, Pao, yo creo que ya empezamos a echar en falta algún que otro cadáver ^^

    ResponderEliminar
  9. Guau!! Vaya momento! Sinceramente espero que eso apetecible que huele no sean sus compañeros, aunque como amante de la sangre estaría bien presenciar una conversión extraña. Estoy con los demás, se va a convertir en un mata-zombis personalizado, pero lo chachi sería que eso también tuviera consecuencias peligrosas para sus amiguitos, que ultimamente se sienten demasiado seguros...
    Está genial, felicicdades!!

    ResponderEliminar