jueves, 18 de octubre de 2012

La vida en Cornwell

Isabelle es una jefa dura. No me cuesta imaginar por qué los demás ayudantes que tuvo decidieron dedicarse a otra cosa. Le grita a todo el mundo, incluso a los pacientes. Cuenta con el visto bueno de Marcus para hacer lo que le plazca dentro de sus dominios, así que ha convertido la enfermería del instituto en un pequeño feudo en el que ella tiene poder absoluto. Sin embargo, hace bien su trabajo, y eso me gusta. Y después del infierno que he vivido, esto me parece un paseo. De hecho, ya he durado dos semanas, y eso es el doble de lo que aguantó el último que ocupó este puesto. Isabelle era enfermera en el centro de salud de Cornwell antes de la plaga. Es un poco irónico que una enfermera sea mi jefa ahora, pero la verdad es que no me supone un problema. Además de contar con mucha más experiencia, es una mujer llena de energía. Yo estoy agotada, física y mentalmente, y no podría asumir ahora mismo el liderazgo de nada. Me siento mucho mejor obedeciendo sus órdenes y tratando de pensar lo menos posible en un futuro que no sea el inmediato.

Por el momento, el tipo de problemas que hemos tenido en la enfermería de Cornwell han sido de poca gravedad. La mayoría, heridas que sólo necesitaban un poco de limpieza y cuidados, y tal vez un par de puntos de sutura. La enfermería cuenta con una camilla y una cama plegable para los pacientes, y las reservas de medicinas y material sanitario no están nada mal. Isabelle me ha contado que han estado saliendo periódicamente a limpiar zonas del pueblo y han ido reuniendo todas las cosas útiles que han podido encontrar. Esta mañana hemos terminado por fin un exhaustivo inventario de todos los suministros de que disponemos.
- Bien hecho, jovencita -me ha dicho cuando he terminado con la última caja, y ha mirado alrededor buscando otra cosa que encargarme. Aquí todo el mundo se dirige a mí como si fuese una niña. 

Al final, Isabelle no ha encontrado ninguna tarea para mí, ni para ella, así que hemos salido un rato la patio, para que nos diese un poco el aire. Un puñado de niños fingían conducir la moto que hay junto al muro exterior. Isabelle los ha echado de allí diciendo a gritos que iban a romperla, y los críos han salido huyendo aterrorizados. Me he sentido tentada de seguirlos, pero finalmente me he quedado con ella. Creo que con esa capacidad pulmonar esta mujer podría ser cantante de ópera. Puede que le gustase, parece que se lo pasa bien dando voces.
- ¿Alguna vez usáis esa moto? -le he preguntado cuando los niños se han marchado.
- No la hemos usado nunca, de momento, pero Marcus quiere mantener los vehículos en buenas condiciones -ha dicho ella-. Dice que podríamos necesitarlos en cualquier momento. 
He asentido, y nos hemos puesto a andar alrededor del patio. Sienta bien estirar las piernas.
- ¿Te gusta este lugar? -me pregunta de repente. Es la primera vez que se interesa por algo así, así que al principio me quedo un poco parada.
- Sí, claro que me gusta -le digo al final-. Tenemos de todo, la gente es amable y no hay zombis.
- Bien, me alegro. Tal vez tengamos que quedarnos durante mucho tiempo.
- Isabelle...
- Tú lo sabes mejor que ninguno de los que estamos aquí, ¿verdad? Has visto cómo está todo fuera de aquí.
Me quedo callada, pero no dejo de caminar. Asiento con la cabeza.
- Sabes que no van a venir a rescatarnos -dice.
- No lo sé -respondo yo-. Pero lo que he visto fuera... no da muchas esperanzas.
- Lo imaginaba, sobre todo después de ver en qué condiciones llegasteis a Cornwell. Tu amiga todavía no está recuperada, ¿verdad? Debe de ser terrible enfrentarse cara a cara con los zombis.
- Lo es, pero no fueron los zombis los que la dejaron así. Los zombis han matado a muchas personas, a nuestros amigos, a nuestras familias... pero a Mishel fueron seres humanos quienes le hicieron cosas terribles. Humanos, si es que se los puede llamar así...
- Dios mío... Lo siento mucho.
- Habrá que ser pacientes con ella -le respondo, y seguimos andando. 

Isabelle tiene razón, Mishel no está recuperada. Está igual, o peor. Tiene pesadillas todas las noches, y apenas conseguimos que coma. Lydia y yo intentamos estar pendientes de ella, pero es complicado, porque la mayor parte del tiempo parece que está en otro lugar. A veces se pone a gritar y a llorar diciendo que los zombis van a entrar o suplica que la suelten y que no le hagan daño. Es como si reviviera una y otra vez la pesadilla de aquellos días. Y de paso, me recuerda constantemente todo un infierno que me esfuerzo por olvidar. Después del descanso volvemos a la enfermería, aunque hay poco por hacer durante la tarde.  Aún así, lo dejamos todo preparado para atender a posibles heridos o enfermos, porque a última hora, poco antes de anochecer, van a llegar los miembros del grupo que se encontraban trabajando en la granja.

En las dos semanas que llevamos aquí, Isabelle me ha ido contando cómo se ha organizado el refugio y cuáles son los planes de Marcus. Parece que es consciente de que hay pocas probabilidades de rescate, porque ha hecho planes a largo plazo para este lugar. Y el principal, el más ambicioso, es conseguir una fuente de alimentación sostenible. Así que han decidido cultivar sus propios alimentos, y dado que el huerto de la azotea no es ni de lejos suficiente, han buscado otra solución, una granja que queda a unos seis kilómetros de Cornwell y que tiene la ventaja de tener un terreno bastante amplio completamente vallado. Hay ocho miembros del grupo allí ahora mismo, aunque puede que ya estén en camino, en realidad.
- ¿Qué hora es, Isabelle? ¿Cuánto van a tardar?
Isabelle suelta una risotada y da un vistazo a la ventana.
- No mucho, cielo -se vuelve a reír-. No estés tan ansiosa.
- No estoy ansiosa. Bueno... puede que un poco. ¿Traerán comida?
- Puede. Hay gallinas allí, así que suelen traer huevos. Con las verduras no sé si se han aclarado todavía, pero no queda mucho para que empiece a hacer frío así que no sé para cuándo las podremos tener.
- Vaya...
- Pero no pasa nada, tenemos provisiones acumuladas para el invierno. Estaremos bien, ya verás.
- ¡Tía Isabelle! ¡Doctora Sky! 
Una niña con largas trenzas se asoma a la puerta de la enfermería y nos llama a voces con una enorme sonrisa en los labios. La reconozco enseguida. Es Sara, la sobrina de Isabelle. Bueno, realmente no es su sobrina, pero Isabelle y su madre se criaron juntas y son como hermanas. La chiquilla nos hace gestos con las manos para que la sigamos.
- ¡Ya llegan!

La pequeña sale dando saltos, aunque nosotras nos retrasamos un poco porque tenemos que cerrar la enfermería. La niña vuelve a buscarnos y tira del brazo de Isabelle para que se dé prisa.
- ¡Ya vamos, ya vamos!
Nos apresuramos escaleras abajo y nos reunimos en el patio con el resto del grupo. Busco a Mishel con la mirada, pero antes de que la encuentre, ella me toca discretamente un hombro.
- Todos están emocionados, ¿verdad? -le digo, con una sonrisa. Ella mira distraída alrededor, como si acabase de darse cuenta de que todo el mundo está aquí.
- ¡Doctora Sky, ya están aquí! -grita Sara tirando de mi chaqueta. Unos cuantos muchachos abren la puerta trasera del instituto, que da acceso al patio, para dejar entrar al grupo.
- ¿Por qué entran por aquí, en lugar de por la puerta principal? -le pregunto a Isabelle.
- Ah, viene cargados con un par de carretillas -explica ella-. Y también está Lawrence, claro.
- ¿Quién es Lawrence?
- ¡Es él! -grita Sara señalando al frente. Un puñado de hombres y un par de mujeres tiran de dos carretillas llenas de trastos, y enseguida unos cuantos de los que estaban mirando se apresuran a ayudarlos. Detrás, entra el que debe de ser Lawrence.
- ¿Un camello?
Sara me tira de la manga.
- No es un camello, es un dromedario -dice, como si se lo explicase a un niño pequeño-. Sólo tiene una chepa, ¿ves? Es un dromedaaaario.
- Se dice joroba, cielo, no chepa -la corrige Isabelle.
- ¿De dónde habéis sacado un camello?
- Alex, ¿es que no lo has oído? Es un dromedario.
- Dromedaaaario -añade Sara con una risita.
- Está bien. ¿De dónde habéis sacado un dromedario?
- Lo encontraron en una de las primeras expediciones que hicimos -dice Isabelle-. Estuvimos explorando los alrededores para saber dónde había zombis o algún otro peligro y Lawrence andaba por ahí, solo.
- ¿De dónde salió? 
Isabelle se encoge de hombros.
- Nuestra hipótesis es que de un circo, pero no lo sabemos realmente. Pensamos que podíamos utilizarlo como animal de carga en la granja, así que lo adoptamos. No cuesta mucho mantenerlo, come hierba y hojas, y puede cargar bastante peso así que es muy útil.
Asiento con la cabeza mientras observo cómo descargan al animal, que busca un lugar tranquilo para descansar. Este lugar me sorprende cada vez más.

Un rato antes del anochecer, probamos los huevos frescos y algunas verduras que los compañeros de la granja han traído, aunque apenas podemos tomar un par de bocados cada uno, ya que la comida que producen todavía es escasa. El resto de la cena consiste en las habituales conservas que acumulamos en el instituto. Todos han vuelto ilesos, aunque han tenido que pasar una pequeña revisión de seguridad. Lukas habla con los agricultores, que ahora se quedarán en Cornwell durante unos diez o doce días y serán sustituidos por otros voluntarios en la granja. Al acabar, me acerco a hablar con él en la puerta del comedor antes de que se marche.
- Lukas, espera.
Se da la vuelta, aunque no dice nada. Los últimos rezagados de la cena pasan junto a nosotros sin apenas mirarnos.
- ¿Cómo estás? Hace días que no hablamos.
- Bueno... -mira a ambos lados, aunque en el comedor ya no queda nadie.
- Oye, si te pasa algo... puedes hablar conmigo, ya sabes.
Él niega con la cabeza.
- No me pasa nada, sólo... estoy concentrado en el trabajo.
- ¿Quieres ir a la granja la semana que viene?
- Lo he estado pensando, probablemente lo haga.
No deja de mirar a todas partes excepto a mí, es obvio que se siente incómodo.
- Lukas, ¿qué te ocurre?
- ¿Qué me ocurre? ¡Toda esta mierda, joder! 
- Lukas...
- Mira, no tengo ganas de hablar contigo. Me voy a la cama.
- ¡Oye! Yo no te he hecho nada para que te cabrees así -está empezando a hacerme sentir mal a mí también.
- Tú -empieza, pero parece que duda y no termina de hilar la frase-. Tú me haces pensar en ella, y no puedo soportarlo.
Me quedo en blanco, sin saber qué responder. Él aprovecha que me quedo bloqueada para dar la vuelta y marcharse sin despedirse. Menudo capullo.

Me voy a dormir.

6 comentarios:

  1. Fantástico, como siempre. Espero con ansias el siguiente capítulo.

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  2. ¡Un camello! Digo, perdón: Un dromedario... No me lo esperaba, incluso al leer la primera vez "Camello" pensé en un yonki. xD

    Pues pensaba que llegaría alguno herido o así, que al abrir las puertas de golpe entraría una horda... Pero ya pasará algo así, sólo hay que esperar, porque ahora todo se ha centrado en el humor de Lukas, a saber qué le pasa.

    Genial, sin palabras ;)

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  3. Me encNta!! Que intrigaa.. M voi a devorar toditoos los capitulos :)

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  4. Me encNta!! Que intrigaa.. M voi a devorar toditoos los capitulos :)

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  5. Qué bien! Tenía unas cuantas entradas acumuladas y he podido leer unas cuantas del tirón. Me encanta Isabelle,y Sara más. Esperaba que en la enfermería hubiera algún caso complicado, algún enfermo que no le hubieran mordido pero que tuviera una enfermedad que le estuviera matando por falta de asistencia médica o algo así, no me esperaba que el "monstruo" de la enfermería fuera la propia enfermera... ¡Y yo también he pensado en las drogas cuando he leído un camello!
    A ver de qué va Lukas en la próxima...

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  6. Si es que queréis meter en problemas a la pobre Alex demasiado pronto...

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