viernes, 25 de junio de 2010

Desigual

Es un sonido que me hiela la sangre, un aullido que no puede proceder de un ser humano. Contenemos la respiración durante un segundo interminable, atentos a cualquier movimiento. No se ve un alma en los alrededores, pero nos llega otro grito. No necesitamos decir nada para saber qué tenemos que hacer, las piernas van una fracción de segundo por delante del pensamiento. Ante la imposibilidad de volver al refugio, no nos queda otra opción que correr y alejarnos tanto como podamos del origen de esos sonidos, que no pueden augurar nada bueno. Nuestra prioridad debe ser encontrar un lugar donde ocultarnos antes de que caiga la noche, la oscuridad hace que los muertos estén más activos y no poder ver los alrededores es sumamente peligroso.

Muerto o no, Mel es una mole de músculos y a la velocidad a la que impacta contra mí el golpe es descomunal. Me lanza por los aires y caigo sobre un automóvil, la chapa se dobla y los cristales saltan hechos añicos, llenándome la espalda de pequeños cortes. Me deslizo al suelo, el dolor es lo suficientemente fuerte como para que me cueste ignorarlo. Sin embargo, cuando levanto la cabeza veo que vuelve a la carga, sin apenas tiempo para recuperar el aliento esquivo el golpe por los pelos, Mel choca aparatosamente contra la puerta del coche y yo aprovecho para ponerme de pie, me echo encima de él, a su espalda, y trato de inmovilizarlo.
- ¡Mel! -le grito-. ¿Puedes oírme?


Las piernas apenas me responden pero el miedo me impulsa a seguir corriendo. A medida que nos alejamos del Purgatorio, nos encontramos cada vez con más despojos. Al principio intentamos esquivarlos o dejarlos fuera de juego con un golpe certero, luego, la concentración aumenta y tenemos que desviarnos continuamente de nuestro camino para evitar los grupos más grandes. No podemos enfrentarnos a ellos, es una lucha demasiado desigual.
- Tenemos que escondernos en algún sitio -apremia Lukas.
- Tiene que ser un sitio seguro -respondo, tratando de recuperar el aliento-. Hay que poder entrar pero también poder salir.
- Deberíamos ir hacia las afueras... -dice Sam, mirando a todos lados y con el hacha preparada. La hoja está salpicada de sangre coagulada.
Lukas asiente y echa a correr, decidido. No tardamos en seguirlo a toda prisa.


Se revuelve con fuerza y consigue tirarme al suelo. No parece que me oiga, ni que me reconozca. Vuelvo a gritar su nombre, no consigo ninguna reacción. Se da la vuelta y se abalanza sobre mí, sin darme tiempo a levantarme, lanza una dentellada directa a mi cuello que a duras penas consigo esquivar. Vuelve a hacerlo, respondo con un fuerte golpe en la mandíbula que solamente me da unos segundos para recuperarme, puesto que no parece haberle afectado lo más mínimo. Lanzo varias patadas al aire hasta dar con su estómago, al menos lo desplazo lo suficiente como para quitármelo de encima. Me doy la vuelta para ponerme de pie, y es entonces cuando siento un fuerte dolor en el tobillo. Con aterradora lucidez, siento como la piel se desgarra y se abre de nuevo una vieja herida. El maldito militar me ha mordido, ¡me ha mordido en el mismo lugar en que lo hizo el otro engendro! El cosquilleo en brazos y piernas que había sentido hace un rato vuelve con fuerza, la conciencia se me nubla y se me estrecha hasta que sólo lo veo a él, y sólo veo una opción posible. Dejo que el instinto hable por mí.


Cada vez hay menos luz y me cuesta más mover las piernas. Mi cuerpo no se olvida de los siete días que ha pasado encerrado en cinco metros cuadrados, ni de que apenas ha comido durante gran parte de ese tiempo. Ahora ya no corremos, pero caminamos a buen paso y procurando alejarnos de los muertos que nos salen al encuentro. Recuerdo con nostalgia el tiempo en que podía coger el autobús para ir a cualquier sitio, o el metro... ahora bajar al metro sería un suicidio, aquello debe de ser un hervidero de infectados.
El cansancio me está poniendo de mal humor, necesito descansar, recuperar fuerzas, comer algo... Aunque no sé qué vamos a comer, en mi mochila apenas tengo provisiones. Llevamos un par de horas vagando por la ciudad, prácticamente sin rumbo ya que los grupos de muertos nos obligan a cambiar continuamente de dirección. Es la misma jodida estrategia que utilizamos la última vez, y acabamos en aquel refugio de locos.


La lluvia de golpes parece sorprender a Mel, o lo que sea ahora, y me hace ganar algo de tiempo. He dejado de pensar, ahora simplemente voy a por él en una maniobra temeraria, los dientes prestos a desgarrar una carne que en otras condiciones me produciría náuseas. Al principio, parece que tengo alguna posibilidad, lo hago retroceder, incluso en un momento dado creo acorralarlo... Luego viene de nuevo a por mí con fuerzas renovadas y no parece que los daños que le he causado le importen lo más mínimo. Tampoco a mí me importa lo que él pueda hacerme, me olvido de todo, me olvido incluso de por qué estoy peleando con él, sólo puedo pensar en sobrevivir al siguiente movimiento para poder continuar la lucha. Tras un tiempo que se me antoja interminable consigo hacerlo retroceder hasta el portal de un edificio, entonces, cogiendo impulso, me lanzo sobre él, estampándolo contra la puerta, que se desencaja tras el golpe brutal. Caemos al suelo en la penumbra del recibidor con un fuerte estrépito y Mel, inagotable, me agarra del pelo y me arrastra hasta golpear mi cabeza contra la puerta del ascensor.


Nuestro viaje sin rumbo acaba por conducirnos a una zona ocupada por naves industriales. Para nuestro alivio, parece desierta, así que es probable que podamos encontrar un lugar seguro, alejado de los muertos y de los perturbados. Nos adentramos un poco más en las amplias calles que quedan entre las construcciones, pero aquí parece que no hay nadie. La mayoría de las naves parecen abandonadas desde antes del inicio del apocalipsis, aunque es difícil precisarlo. Finalmente decidimos entrar en un pequeño edificio de oficinas adyacente a una de ellas, la puerta cerrada cede ante un pequeño forcejeo de Sam, luego la aseguraremos desde dentro. La primera estancia que vemos, un recibidor, distribuye en dos pasillos distintos la planta baja, ambos ocupados por pequeñas oficinas. En el piso de arriba, más de lo mismo, al final del pasillo encontramos un despacho con un rótulo que reza "Director General". El calendario colgado en la pared es de hace cuatro años. No hay nada más aquí, solamente oficinas y muebles cubiertos de polvo. Ni una señal de vida reciente, ni una señal de movimiento o violencia. Perfecto para nosotros.


No tardo en entender que mis posibilidades de salir victorioso de esta pelea son escasas. Llevamos horas igual, y aunque me siento mucho menos fatigado de lo que cabría esperar y el dolor apenas me molesta, Mel es completamente incansable. Mis heridas sangran poco, pero las de él ni siquiera lo hacen. No parece importarle si vive o muere, simplemente viene a por mí. He intentado romperle la cabeza un par de veces, pero siempre es más rápido que yo. No puedo anticiparme a sus movimientos, como hago con los demás podridos. No sé qué cojones es Mel pero si no lo despisto va a acabar conmigo, ahora lo entiendo. Lo distraje de su presa porque me convertí en otra. Maldigo un instante el haber gastado en la lucha las fuerzas que podrían haberme hecho escapar de él y, relegando el cansancio a un alejado rincón de mi mente, emprendo la huida.

5 comentarios:

  1. Entrada intensa y llena de tensión por ambos lados. Y el pobre Isaac parece que se ha encontrado la horma de su zapato. A ver como escapa de esta...

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  2. ¡Tíralo dentro del Purgatorio Isaac! xD La que se armaría...

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  3. Me alegro por la zombipandi. A ver si encuentran una especie de cuartel general o algo así durante un tiempo. En cuanto a Isaac... Sólo espero que se de prisa =b.

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  4. Estos pobres siempre les toca escapar. Si tuvieran algo con que defenderse. Mel ¿es una nueva serie, una nueva mutuación? No lo acabas de decir, para tenernos intrigados.
    Sin aire leo.
    Saludos.

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  5. Lo cierto es que los chicos no lo están teniendo nada fácil. En cuanto a Mel... bueno, ya se sabrá. De momento es un rival con el que Isaac no puede, que ya es algo ;)

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