sábado, 12 de junio de 2010

Viejo amigo

Lleva varios días rondando el refugio, pero nunca se acerca lo suficiente como para ser visto por los que vigilan los muros. Sin embargo, para mí no ha sido difícil reconocer su olor, un tanto peculiar. Ya estuve tras él unos días, antes de seguir a mi antiguo grupo hasta este lugar. Me pregunto si él también los habrá seguido, o si está aquí por casualidad. Se mueve con sigilo, casi siempre durante la noche, rápido y silencioso, no se parece a los otros despojos que rondan por la ciudad, ni siquiera a los que corren. Parece capaz de esperar, incluso de planificar los movimientos. Al principio pensé que tal vez fuera como yo, pero no huele como un vivo. Me gustaría acercarme para observarlo más de cerca, aunque me preocupa que me ataque. No es difícil acabar con los lentos pero tengo la sensación de que éste sería un rival más duro, así que me limito a observarlo desde las alturas. Lo único que he sido capaz de distinguir es una mancha oscura donde tenía clavado un puñal la última vez que lo vi. No lleva ropa en la parte de arriba, sólo un pantalón oscuro y calzado militar.


Me acomodo en la azotea de uno de los edificios cercanos, el más alto, para observar con detenimiento sus movimientos. A pesar de que aún no ha caído la tarde parece alterado, más activo de lo normal. Subo a una pequeña caseta donde probablemente se guarden herramientas y me siento allí, buscando a mi objetivo con la mirada. Es un lugar un tanto remoto como para que pueda reparar en mi presencia, y el viento sopla en dirección opuesta, trayéndome su olor pero alejando de él el mío. Aun así, es posible que me haya detectado por los alrededores en los últimos días, observándole a una distancia prudencial. Si lo ha hecho, no parece que le haya importado.


Estoy preguntándome de nuevo qué ocurre hoy para que se muestre tan activo cuando escucho lo que probablemente está causando ese cambio en su comportamiento. Se escucha un revuelo en el interior del refugio, algo está pasando allí dentro, los supervivientes gritan. Desde mi posición, observo como un grupo cada vez mayor de personas salen de la iglesia que preside el recinto, parecen muy alborotados mientras se dirigen al muro que los protege de los muertos. Me quedo paralizado al descubrir quién encabeza la marcha. Seguidos muy de cerca por unos cuantos hombres armados, Sam, Mishel y Alex se dirigen apresuradamente a la barricada. No es fácil distinguir sus rostros desde aquí, pero no tengo problemas en reconocer la silueta del bombero, grande y cuadrada, y los cuerpos más pequeños de las chicas, con una maraña de pelo castaño coronando el de Alex y la melena rubia en la cabeza de Mishel. Los acompaña un joven de pelo largo que he visto alguna vez en lo alto de la barricada. El resto de supervivientes los arrinconan contra el muro y tengo problemas para verlos, pero eso no es lo que más me preocupa. El griterío de los refugiados me ha distraído el tiempo suficiente como para perder de vista al extraño ser que estaba vigilando. Alertado por un mal presentimiento, o tal vez porque una oleada de aire me ha traído el olor del miedo mezclado con el de los que fueron mis compañeros, me pongo en pie de un salto y concentro mi atención en localizar a la criatura.
- Oh, Dios...
Mi propia voz suena extraña después de varios días sin oírla. La silueta de ese muerto tan particular se dibuja sobre un balcón cercano al refugio, próximo al lugar donde se concentran los supervivientes. Se sujeta a la barandilla con un brazo, por la parte de fuera, preparado para saltar. En un instante entiendo lo que ocurre, alguien va a salir del recinto y él se ha preparado para caer sobre su presa. Por desgracia, no es difícil imaginar quién va a salir de ahí y no pienso permitir que esa cosa les haga daño.


En una carrera contrarreloj, salto al tejado del edificio vecino y de ahí, por la escalera exterior, bajo hasta la calle. Cruzo deprisa, saltando por encima de los escombros y sorteando los vehículos abandonados, comienzo a sentir ese cosquilleo en brazos y piernas que me prepara para un gran esfuerzo. Remonto la calle en dirección al refugio y la criatura levanta la cabeza, me ha visto y se prepara para atacar. Cuando creo que va a saltar sobre mí, se vuelve de nuevo hacia el refugio, donde los gritos están aumentando de intensidad, y salta sobre el techo de una furgoneta para agarrarse a un saliente de otro edificio y cambiar de posición, huyendo de mí pero sin alejarse demasiado de la presa fácil que van a suponer en breve los que atraviesen el muro. Eso me asusta, no había visto hacer a otro muerto viviente un trabajo físico como ese, ni tampoco, lo que es más aterrador, esperar pacientemente desde un punto estratégico a que se den las circunstancias apropiadas para el ataque. Normalmente son impulsivos, cualquiera de los otros, incluso los corredores, ya estaría golpeando el muro con fuerza. El olor de los supervivientes asustados en el interior es tentador hasta para mí.


Intento no perder tiempo y me acerco tanto como puedo a su posición, pero parece que intenta evitar un enfrentamiento directo, me rehuye todo el tiempo. Al menos estoy consiguiendo que se aleje del lugar. Los gritos dentro del recinto se vuelven más intensos, casi frenéticos, me vuelvo un instante para comprobar que Sam está saliendo por la abertura en la parte baja del muro, de espaldas a mi posición, a unos cuarenta metros de aquí. La criatura mira en la misma dirección y echa a correr hacia allí, pero no voy a permitir que llegue hasta ellos. Interponiéndome en su camino emprendo una carrera hacia él, cojo tanto impulso como puedo y salto, no puede esquivarme e impacto contra su cuerpo con una fuerza brutal. Salimos despedidos en direcciones opuestas, sonrío, he conseguido alejarlo de mis compañeros todavía más, ahora estamos al otro lado del refugio y todo el recinto cercado por el muro de escombros se interpone entre nosotros y ellos. Enfurecido, retoma la carrera tratando de evitarme, pero de nuevo me echo encima de él y lo tiro al suelo. Esta vez intento no soltarlo, se revuelve con fuerza y me lanza unos metros más allá. Mi cuerpo cruje con el golpe, la piel se abrasa con el roce del asfalto, el dolor aparece en algún lugar de mi cabeza. Le presto poca atención, vuelvo a ponerme en pie, dispuesto a cargar contra él de nuevo.


Entonces se da la vuelta y quedamos frente a frente. Parece que ha comprendido que no lo voy a dejar en paz y que no conseguirá llegar hasta sus presas mientras yo esté aquí. Flexiona las rodillas, inconscientemente me preparo para el inminente ataque, la sangre ardiéndome en las venas y los músculos tensos dispuestos a encajar el golpe. En ese instante de silencio, de calma previa a la tempestad, siento que el mundo se detiene. Recuerdo a Alex y los demás, al otro lado del refugio, y deseo con todas mis fuerzas que se marchen en dirección opuesta. Las facciones de la criatura, deformadas en una mueca feroz, se me aparecen de repente horrorosamente familiares. El más doloroso reencuentro con un viejo amigo.


Lanzando un alarido sobrehumano, lo que algún día fue Mel se abalanza sobre mí.

7 comentarios:

  1. Joooooder! Eso sí que no me lo esperaba =D

    ResponderEliminar
  2. Muy buen cambio en el ritmo de la narración. Me gusta mucho además el recurso de mostrar la misma escena desde puntos de vista distintos; pienso que ayuda bastante a enriquecer el relato. Una vez más, gran sorpresa final para volvernos a dejar en vilo je,je,je.

    ResponderEliminar
  3. ¡Me olía que era él! Desde la mención de su uniforme y que no le atacase... ¿Quedará algo de humanidad en él?

    Me muero por leer la descripción del combate. ^^

    ResponderEliminar
  4. Isaac no se ha olvidado de sus amigos. Mel los seguirá recordando?? Espero que sí!!

    Vanessa_K

    ResponderEliminar
  5. De las mejores entradas (y eso que hay donde elegir). Me ha encantado!!
    Espero que Mel entre en razón y no haya que matarlo (aunque mi yo morboso quiere leer un combate a muerte!!)

    ResponderEliminar
  6. Increible, me muero de ganas por ver que pasa en ese combate, a ver si entran los humanos al trapo

    ResponderEliminar