lunes, 7 de junio de 2010

Conflictos familiares

Al salir de la entrevista con el Orador me siento todavía un poco confusa. Demasiada información después del largo periodo de aislamiento. De vuelta a la nave principal de la iglesia me cruzo con Lukas, que parece dirigirse al despacho de su padre. Podría haberme contado la verdad y me hubiera ahorrado el mal rato que acabo de pasar. Hubiese atendido a Ness igualmente y ahora no sentiría que me han estado tomando el pelo todo este tiempo.


Me reúno con Sam, Mishel está a su lado. Me saluda fugazmente y se aparta a un lado, buscando algo dentro de su mochila. Sam me mira interrogante, no hace falta que formule la pregunta para que se la responda.
- Quiere que me vaya de aquí -anuncio con voz monótona. Sam levanta una ceja.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- La gente tiene miedo -explico-. Ha corrido la voz de que estuve en contacto con una infectada... ya sabes, la chica enferma que Lukas me pidió que viera. Supongo que habrás escuchado cómo acabó la historia. No tuve contacto con ella realmente, sólo estuve en la misma habitación. Pero como los refugiados están asustados, el Orador quiere que me marche para que vuelvan a sentirse seguros.
- He oído los rumores. Es muy injusto...
- Lo sé, pero no he podido convencerlo para que cambiara de opinión. Es un manipulador, Sam. Hace de la gente lo que quiere. Ten cuidado con él a partir de ahora.
Sam parece meditar unos instantes, hasta que sonríe y se encoge de hombros.
- Por suerte, no voy a tener que verlo mucho tiempo más -dice-. Será mejor ir recogiendo nuestras cosas, ¿cuándo quieres que nos marchemos?
- ¿Nosotros? -respondo, levantando las manos en señal de negación-. No, no. No nos vamos. Me voy.
Se echa a reír, como si hubiese oído un chiste.
- Tú no te vas de aquí sola, pequeña.
- Pero tú no tienes por qué marcharte, puedes vivir aquí, es un lugar seguro...
- Es seguro hasta que esas cosas consigan entrar. Nadie puede sobrevivir aquí para siempre. Además, te recuerdo que nuestro plan era buscar una salida de la ciudad. ¿Ya lo has olvidado?

Niego con la cabeza. No, no lo he olvidado. En realidad, me iría ahora mismo si no fuera por el peligro que espera fuera. Además, por muy egoísta que pueda parecer, lo cierto es que pensar que Sam va a venir conmigo supone un alivio enorme, y una pequeña esperanza de sobrevivir más allá de los próximos dos días.
- Entonces... ¿nos marchamos mañana, cuando sea pleno día?
- ¿Cómo que nos vamos? -Mishel se acerca de improviso, irrumpiendo en la conversación. Sam y yo la miramos.
- Será mejor que recojas tus cosas si quieres venir -le dice él. Yo lo miro con incredulidad. ¿De verdad espera que me parezca bien?
- Bueno, tampoco es que quiera quedarme aquí, con todos esos pirados -dice. Se da la vuelta y se pone a guardar algunas cosas en su mochila. Yo sigo la conversación con la boca abierta, sin dar crédito. ¿Qué le pasa a Sam? 

Como leyéndome el pensamiento, me aparta un poco y me habla en voz baja.
- Está muy arrepentida por lo que hizo -dice-. No es mala, sólo estaba muy asustada.
Me quedo mirando a Sam un instante, hasta estar convencida de que habla en serio. Tampoco tengo fuerzas para discutir con él, lo único que deseo es descansar y comer algo. Suspiro y dejo que se salga con la suya, después de todo, tal vez Mishel pueda ser útil en algún momento, aunque sólo sea para entretener a los muertos.


Con un suspiro, me siento en el suelo y me pongo a revisar mi mochila y mis pertenencias, más bien escasas. Los medicamentos y demás utensilios médicos siguen en su sitio, parece que nadie ha tocado nada de esto durante los días que he pasado encerrada. También está la pistola y una cajita de munición. En el fondo encuentro algo de dinero, un par de billetes arrugados. Los vuelvo a dejar donde estaban, aunque para mí ya no tengan ningún valor.
- Hola -dice alguien a mi lado. Miro hacia arriba, es Lukas. No trae muy buena cara, yo le respondo con una mueca. Me pongo de pie para poder mirarlo a los ojos.
- Ya me he enterado de tu jugada -respondo-. Muy hábil.


Baja los ojos, como arrepentido. No sé si creerme su actitud.
- Quería pedirte perdón -susurra-. Fue una estupidez no contarte la verdad. Estaba tan desesperado que no podía pensar. Lo siento.
Me quedo callada un momento, dudando si confiar en él o no.
- Eres igual de manipulador que tu padre.
Mi respuesta hace que cambie la expresión de su rostro.
- Oye, yo no soy como mi padre -dice-. Casi todo lo que te dije era verdad. Cuando llegué aquí fui el primer sorprendido de encontrármelo al mando, no había sabido nada de él desde mucho antes de la epidemia. Y de repente ahí estaba, con un montón de personas creyéndolo a ciegas, y yo fui suficientemente tonto como para contarle lo que le había ocurrido a Ness y pedirle cobijo. La utilizó para manipularme tanto como quiso, me vi obligado a obedecerlo en todo ya que amenazaba continuamente con matarla... Pero ahora ella no está, así que no puede continuar con su chantaje. La verdad es que aquí dentro no me queda nada más que recuerdos muy dolorosos.
- Siento no haber podido hacer nada por ella.
Asiente con la cabeza, esbozando una débil sonrisa.
- No es culpa tuya que todo se haya ido a la mierda -dice, a modo de consuelo.
- Al menos aquí tienes un lugar seguro donde vivir.
- De eso precisamente quería hablar. Me he enterado de que os marcháis. Me gustaría, si me lo permitís, ir con vosotros.
- ¿Con nosotros?
- Ya sé que me he portado mal contigo, y entenderé que me digas que no, pero no quiero seguir viviendo aquí.
- ¿Y qué pasa con tu padre?
- A mi padre no le he importado lo más mínimo durante veintisiete años, y ahora espera que me convierta en su siervo en este circo que ha montado. No dejo atrás una vida feliz, precisamente. 
- Entonces, ¿estás seguro de que quieres marcharte? Eres consciente del peligro que hay afuera, ¿no es así?
Lukas asiente. Después de lo que le ocurrió a Ness, debería ser muy consciente de ello.
- Lo único que deseo es dejar atrás esta ciudad maldita.
- En eso estamos todos de acuerdo.


Voy a buscar a Sam y le hablo de la propuesta de Lukas. En realidad, no me parece mal que venga con nosotros. Parece que sabe manejar un arma, podría hacer un buen trabajo protegiendo al grupo. Lo cierto es que Sam es fuerte, pero no puede ocuparse de todo, y yo me manejo de manera muy limitada con el martillo, por no hablar de Mishel... Lukas supondría una buena incorporación al grupo. Sam está de acuerdo conmigo, así que le comunico a Lukas la noticia. Se alegra visiblemente cuando le digo que pude venir.
- Pero tendrás que ser tú quien se lo diga a tu padre -le advierto. No creo que al Orador le haga gracia que nos llevemos a uno de los suyos, y menos a su hijo.
- Ahora mismo -dice Lukas, y se da media vuelta.


Espero sentada en el suelo a que vuelva, preguntándome cómo reaccionará el Orador ante la noticia. En la parte más elevada de la iglesia hay vidrieras de colores, no había reparado en ellas hasta ahora. La luz de la tarde aparece teñida de una tonalidad rosada, en el exterior el día es soleado, pero aún así más gris que aquí dentro. Mishel y Sam hablan a pocos metros de mí, pero no les presto atención. Después de pasar una semana a oscuras me quedo casi embobada mirando cómo se cuelan los rayos de sol por los cristales de colores.
Al rato, algo llama mi atención. Alguien anda dando voces por la iglesia, me pongo de pie rápidamente y me acerco a la fuente. Un pequeño grupo de gente se ha congregado alrededor de la escalera que da acceso al despacho del Orador. Lukas y él discuten invisibles en el piso superior, el eco de la escalera nos trae sus voces ligeramente distorsionadas. Tardo un poco en entender lo que dicen.

- ...perfectamente. No hace falta que me lo expliques -dice Lukas-. Por si se te olvidaba, yo estaba ahí fuera mientras montabas todo este teatro de la secta.
El Orador habla en voz más baja, apenas se escucha un grave murmullo uniforme, ininteligible.
- Tú no te has preocupado de nadie en tu vida -responde Lukas-. Puedes engañar a otros, pero no a mí, te conozco desde hace demasiado tiempo.
Le sigue otro susurro que no logro entender, es como escuchar a alguien hablar por teléfono.
- ¡Soltadme imbéciles! ¿Qué pretendes hacer, ordenar que me maten?
- Lukas, no puedes marcharte de aquí -por primera vez el Orador aumenta el volumen y su voz se hace claramente audible-. Los retendré a ellos también si es necesario.
- No voy a ayudarte en tu absurda historia del reino de la muerte y toda esa patraña aunque me obligues a permanecer aquí, ¿es que no lo entiendes?
- Salir de aquí es un suicido. ¿Qué vas a hacer?
- No, el suicidio es quedarse aquí esperando a que se os acabe la comida y el agua. Nadie va a venir a rescatarnos, papá, al menos quiero intentar salir de esta ciudad y dejar atrás todo este horror.
- El Señor enviará un emisario de entre los muertos que...
- Déjalo ya, ¿de verdad te crees las cosas que dices? 
- Por supuesto, y así deberías hacerlo tú. Aquí, ayudándome a proteger a...
- No puedes retenerme aquí por la fuerza -dice Lukas, interrumpiendo de nuevo a su padre.
- Puedo hacer que reconsideres tu postura. Piénsalo, ellos son unos desconocidos, Lukas, yo soy tu padre.
- Nunca has actuado como un padre, no intentes convencerme de eso ahora.
Se hace el silencio durante unos interminables instantes.
- Muy bien. Te irás de aquí si es lo que quieres.


En pocos segundos el Orador aparece en escena. Intercambia unas palabras con uno de sus hombres, luego sube a la tarima del altar con expresión grave y se aclara la garganta, preparado para dirigirse a un público que se ha vuelto hacia él, expectante. Al poco Lukas aparece por el pasillo escoltado por dos de los hombres de su padre, pero nadie le presta atención. Cruza conmigo una mirada llena de ansiedad. Siento un nudo en el estómago.


- La falta de fe es uno de los grandes males de nuestro tiempo -comienza el Orador-. Sin embargo amigos, la comunidad que hemos construido aquí sí la tiene. ¡Y eso es bueno! Nuestra fe es lo que mantiene alejado al ejército de los muertos, nuestra fe es lo que hace que el Señor mantenga firmes nuestros muros. Pero hemos descubierto algunas manzanas podridas que carecen de fe. Algunos de los aquí presentes, sin duda a causa de su contacto con los muertos, han sido pervertidos por el mal que ahora los llama a sus filas. Nuestro cometido es, pues, entregárselos a su legítimo propietario. Me llena de dolor hacerlo, pero no podemos permitir que el mal permanezca en este lugar. Aquellos que no tienen fe deben ser expulsados sin demora.


Tras decir esto, y aun sin darme tiempo a procesarlo, me veo rodeada por dos Guardianes armados que me agarran de los brazos. Tengo la sensación de que podrían levantarme del suelo sin esfuerzo.
- Tienes dos minutos para recoger tus pertenencias -murmura uno de ellos antes de soltarme. Temblando, me doy la vuelta para ir a por mi mochila y me doy cuenta de que Lukas, Mishel y Sam se hallan en la misma situación. Los hombres me siguen mientras voy a por mis cosas y muchos de los otros supervivientes se arremolinan alrededor de nosotros, gritando insultos y pidiendo a voces que nos echen de allí. El Orador los anima desde el altar. En su expresión imperturbable es difícil adivinar si siente dolor por la pérdida de su hijo.


Los Guardianes nos empujan al exterior de la iglesia, seguidos por una pequeña multitud que vitorea cada muestra de violencia. Intercambio una mirada angustiada con Sam, en su rostro se refleja la impotencia del que es incapaz de hacer nada para cambiar su situación. Prácticamente nos arrastran a la entrada, en la parte baja del muro, y nos obligan a pasar a punta de pistola. No entiendo cómo ha pasado esto, nosotros nos queríamos marchar voluntariamente...


Cuando la abertura en el muro se cierra al otro lado, contengo la respiración. Dentro del recinto se escuchan los vítores amortiguados de los supervivientes aclamando al Orador y los Guardianes, cada vez más débiles a medida que se alejan de la barricada y probablemente vuelven al interior de la iglesia. A nuestro alrededor se hace el silencio, los cuatro nos quedamos muy quietos, expectantes. Un grito de ultratumba rompe entonces la quietud de la ciudad.

8 comentarios:

  1. "después de todo, tal vez Mishel pueda ser útil en algún momento, aunque sólo sea para entretener a los muertos" Me ha encantado esta frase!!!!!

    Vanessa_K

    ResponderEliminar
  2. Escalofriante esta expulsión y como se encuentran de nuevo desamparados en una ciudad fantasmal.
    Y este Orador y sus guardianes. Me ha recordado 1984 y esos reportajes de predicadores que montan subsociedades.
    Muy pulcra esta literatura, creo que ya lo dije, se lee fantásticamente.

    ResponderEliminar
  3. El personaje de Sam cada vez resulta más ese tipo de persona entrañable y fiable a la que aferrarse cuando todo va mal. Lo malo es que siempre es arriesgado comenzar a tomarle cariño a un personaje así en cualquier historia je,je. También me gusta el toque de amargura de Lukas y su incorporación al grupo. Muy buena la escena final otra vez, deja totalmente en vilo. Lo único quizá es que hubiera esperado una reacción aún más violenta y descontrolada de los refugiados; después de todo se han convertio en gran medida en un rebaño de fanáticos dominados por el miedo. Como siempre, a esperar que no tarde demasiado la próxima entrada je,je.

    ResponderEliminar
  4. ¡Sabia que no me ibas a fallar! XDDD.

    Grande Pao! ; )

    ResponderEliminar
  5. ¡Hombre, por fin vuelven a estar fuera!

    Comienza la supervivencia...

    ¿Cómo va a sentirse Isaac al pensar que le han sustituido en el grupo?

    ResponderEliminar
  6. Genial entrada, pero no entiendo por qué viene Mishel: es un lastre!! Espero que se la coman pronto y nuestros amigos puedan huir tranquilos.
    Genial entrada, como siempre!

    ResponderEliminar
  7. Con lectores como vosotros da gusto escribir! Gracias por vuestros comentarios, me alegro de que os haya gustado :)

    Me parecen muy interesantes los apuntes que hacéis, siempre viene bien ver la historia desde otros ojos. Seguid atentos a la historia, pronto tendréis más!

    ResponderEliminar
  8. Veo que Mishel va perdiendo protagonismo, y supongo que ahora con la entrada de Lukas Sam sera más ¿abierto? No se, pero es que me encanta plaguelanders.

    Supongo que ahora entra en juego Isaac y se enfrenta con Lukas...

    ResponderEliminar