sábado, 17 de abril de 2010

Dormida

Lukas llama de nuevo a la chica, sin obtener respuesta. Grita su nombre mientras se abalanza sobre ella; aparta las sábanas de un tirón para comenzar a zarandearla, en un intento desesperado por hacer que despierte. Ness abre los ojos sólo un momento, para después caer de nuevo en el abismo de la inconsciencia. Lukas la abraza, sollozando. No puedo imaginar lo duros que han sido estos últimos días para él, la total impotencia al ver cómo la vida de Ness se le escapa de las manos.


Desde la puerta de la habitación observo cómo el pequeño cuerpo baila inerte entre brazos del joven. No creo que ella despierte ya. Lukas llora y grita, y aunque es una escena que me parte el alma, una pequeña alarma se enciende en mi cabeza. Ness estaba infectada y ahora parece que ha muerto. Empiezo a retroceder, mirando a todos lados en busca de algo que pueda servir para defenderme. Poco después escucho un revoloteo de pasos y voces en el piso inferior.

Un pequeño grupo de hombres armados irrumpe en la habitación. Uno de ellos me ordena que me quede quieta. Obedezco sin rechistar, pegándome a la pared. Intento mantenerme inmóvil, casi sin respirar, temiendo que los fanáticos acaben matándonos. Casi todos se dirigen a Lukas. Lo apartan de Ness de un tirón y apuntan a la chica, tendida en la cama como si estuviese dormida. Hay un solo instante de completo silencio, antes de que los gritos comiencen de nuevo.
- ¡Apartaos de ella! -grita Lukas a los hombres del Orador, enajenado.
Uno de ellos lo encañona con el arma.
- ¡Apártate, ahora! -repite. El hombre, sin apenas cambiar la expresión de la cara, le da un empujón.
- Está muerta -dice fríamente-. Si se reanima, debemos acabar con ella. No podemos permitir que la plaga se extienda en el refugio.
- ¡No está muerta! -exclama Lukas, las lágrimas resbalando por su mejilla, completamente cegado por el dolor-. Está dormida...



- Acércate a la pared y no te muevas -le ordena el que parece dirigir la operación-. Estamos muy decepcionados contigo, Lukas. Te dimos un voto de confianza y tú lo has roto. Ella -me señala, yo me sobresalto- debería estar en cuarentena. No tiene permitido salir de la habitación. Y a ti no se te ocurre otra cosa que sacarla, ¡poniendo en peligro a todos los que estamos aquí!

Lukas intenta protestar, pero no se lo permiten.

- Deberás permanecer en cuarentena tú también -sentencia el hombre-, hasta que nos aseguremos de que el contacto con las infectadas no ha producido un contagio.

Lukas no dice nada. Durante un instante el silencio se adueña de nuevo de la estancia. Entonces, escuchamos un leve sonido, el murmullo de un cuerpo que se empieza a mover. Poco a poco, Ness está incorporándose, como si acabase de despertar de un mal sueño. Busco la puerta con la mirada, mi corazón bombea con fuerza, preparándome para una huída inminente. La chica abre los ojos y mira a Lukas. El tiempo se detiene durante unos segundos en los que todos permanecemos inmóviles. Después, una ráfaga de disparos rompe el hechizo. Ness se desploma de nuevo sobre la cama, el rostro desfigurado por las balas. El grito de dolor de Lukas es completamente desgarrador. Cae de rodillas junto a ella, como si el peso de la pérdida fuese demasiado grande como para mantenerse en pie. Observo el cuerpo sin vida de la chica. Sangra mucho para ser un despojo, pero poco para una persona sana. Durante los breves instantes en que estuvo despierta, no se comportó como uno de ellos. Parecía aturdida, pero miraba a Lukas a los ojos. Nunca sabremos qué le ocurrió realmente. Inevitablemente, pienso en Isaac.


El hombre que parece estar al mando ordena a otro que me lleve de nuevo a la habitación donde estaba, y que se asegure de que no salga de allí hasta que se me levante la cuarentena. No opongo resistencia, no tengo fuerzas para luchar. Recorremos la escalera y el pasillo acompañados por los gemidos de Lukas, completamente destrozado. Todavía lo oigo cuando me encierran de nuevo, un llanto que muestra la desolación más absoluta. Mis pensamientos, sin embargo, vuelven una y otra vez a un mismo punto: la única pista que podía seguir para saber qué está pasando, qué es esta infección, qué pasó con Isaac... está ahora cosida a balazos. Mis esperanzas acaban de borrarse de un plumazo. Me dejo caer sobre el colchón, todavía presa de la fiebre. No tengo fuerzas para llorar, dejaré que Lukas lo haga por los dos.

7 comentarios:

  1. Me he leído este fragmento suelto, pues acabo de empezar la historia, casi.
    Pero la tensión está ahí. La consigues, sin duda, a través de una literatura desnuda. Frases cortas, pocos adjetivos, eficacia, un poco en sintonía con la historia, desgarradora.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu comentario, Igor. Siempre es motivador leer las críticas positivas de los seguidores del blog, aunque, por supuesto, no os cortéis si queréis hacer una crítica negativa. Si te ha gustado la entrada, te animo a que leas la historia completa.

    ResponderEliminar
  3. Ahora sí está muerta... Y creo que Lukas puede suponer la caída de esta comunidad, el peligro de un hombre, que sabe cómo funciona el refugio, sin nada ya que perder, unido a un inteligente grupo disidente de estos camaradas.

    ResponderEliminar
  4. Sí, sí, mucha pena por Ness, pero han hecho o que hubiera hecho cualquiera en su situación. Yo soy ellos y tampoco me la juego.

    Buen relato Pao! ; )

    ResponderEliminar
  5. Me parece que es uno de los capitulos que mejor has conseguido plasmar la crisis de la infeccion. Muy bueno. Por una vez, no voy a hacer chiste

    ResponderEliminar
  6. Jopetas!! Estos no preguntan antes de disparar... Estoy con Mongromorolo, al Purgatorio le queda cerca el Juicio Final... yo echo de menos a Isaac. Reencuentro pronto!!

    ResponderEliminar
  7. Todos echamos de menos a Isaac... Siento el retraso en las publicaciones, pero esta semana ha sido de locos. Espero retomar el ritmo dentro de poco :)

    ResponderEliminar