martes, 6 de abril de 2010

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No hay luz en la habitación, sólo una bombilla que cuelga del techo sin responder a los golpes que doy al interruptor. Busco a tientas el cubo al tiempo que mi cuerpo se estremece de nuevo, anunciando una arcada que al final se queda en nada. La siguiente me pilla desprevenida, menos mal que ya tenía el cubo aquí. Los temblores y el sudor frío son evidencias de la fiebre, pero estoy prácticamente segura de que no estoy infectada. Al menos, no en el sentido que desde hace algunas semanas ha tomado la palabra. Los síntomas encajan mejor con una intoxicación alimentaria. Pero eso, a los fanáticos de ahí fuera, no les importa. Intentan proteger a los suyos a toda costa, y en cierto modo es algo que puedo entender. Lo que no puedo entender es que Mishel se haya comportado como lo ha hecho. No espero de ella grandes heroicidades, pero... Una nueva arcada interrumpe mis pensamientos, haciendo que me doble por la mitad. Ya no me queda nada en el estómago. Ésta va a ser una noche muy larga...

Al amanecer me despiertan algunos rayos de luz que se cuelan entre los tablones que tapian la ventana. Ahora puedo ver mejor la habitación, apenas cuatro paredes desnudas delimitando un espacio ligeramente claustrofóbico. Intento incorporarme y todo me empieza a dar vueltas. Después de toda una noche vomitando y temblando de frío, me duele todo el cuerpo. Suspiro y vuelvo a tumbarme en el suelo, sobre el colchón, a la espera de que alguien venga a sacarme de aquí. No tengo fuerzas para hacerlo por mí misma.

No sé cuánto tiempo ha pasado cuando alguien golpea la puerta con fuerza. Una voz masculina se cuela en la habitación.

- ¿Hola? ¿Sigues viva?

Aturdida, tardo un poco en responder. La voz me resulta familiar pero no consigo identificar al propietario.

- Viva, sí.

La puerta se abre sólo un poco. Por la ranura veo la silueta de una figura humana, es Lukas. Me intento poner de pie para ir hacia él, aliviada por fin ahora que voy a salir de este agujero.

- No, no -dice él-. Quédate donde estás, en el rincón.

Lukas entra en la habitación, callado y sin mirarme, coge el cubo del suelo y se lo lleva fuera. Luego, trae uno nuevo. Después de tenerlo tanto tiempo ahí, agradezco el detalle.

- Dentro hay algunas cosas -dice señalando al suelo. Me acerco al cubo, en su interior encuentro un par de mantas, una botella de agua y otra de bebida isotónica. Miro a Lukas con expresión interrogante.

- Me lo dio tu amigo para ti -explica. El bueno de Sam, se me escapa una leve sonrisa. Asegurándose de que no me deshidrate.

- ¿Te ha dicho algo? -pregunto.

Lukas me mira un instante, creo distinguir un atisbo de pena en su expresión. Nunca me ha gustado que otros se compadezcan de mí, pero eso no es lo que me preocupa ahora. Lo que me preocupa es que conoce la gravedad de mi situación y, a juzgar por lo que deja entrever, no se adivinan buenas noticias.

- Sólo que te diera esas cosas -murmura al fin-. Que no estás infectada... y que te llamas Alex.

Ha ido acercándose a la puerta mientras hablaba. Ya en el umbral, se dispone a encerrarme de nuevo.

- ¡Espera! ¿Cuánto tiempo me váis a tener aquí?

Ya no está cuando termino la pregunta. Me quedo mucho tiempo mirando la puerta mientras siento que mi cuerpo vuelve a caer en garras de la fiebre. Jodido estafilococo. Doy un trago a la bebida isotónica y me dispongo a dormir de nuevo, creo que lo mejor será dejar que mi sistema inmune haga tranquilamente su trabajo. Sin embargo, algo me lo impide. Se acercan pasos nerviosos, yo me encojo debajo de las mantas. Parece que los ruidos proceden del piso superior.

- ¿Sigues ahí?

Esta vez sí, reconozco a Lukas a la primera. Ni siquiera ha llamado, perdida la pose seria y distante de hace un rato, su pregunta se me antoja incluso suplicante.

- Sí -respondo secamente. No esperará demasiada simpatía por mi parte.

- Es Ness -susurra desde el exterior. Tengo que acercarme a la puerta para poder escuchar lo que dice-. Está peor.

- Lo siento mucho. Pero no puedo hacer nada desde aquí. No tengo medios, no tengo información.

- Tal vez yo tenga información que pueda ser útil...

Esto ya se pone interesante. Me siento en el suelo, pegada a la puerta. A través de la madera se percibe el roce del cuerpo de Lukas, inquieto al otro lado.

- Te escucho.

- Todo lo que te dije el otro día es cierto -comienza-. Habían pasado ya bastantes días desde que se declaró la cuarentena y el ejército sitió la ciudad. Estábamos asustados, nos quedaba poca comida... y entonces conseguimos contactar con otros supervivientes a través de un equipo de radio. No estaban lejos, decían que tenían provisiones para varios meses y lugar para algunos más, así que Ness y yo decidimos ir con ellos. Cometimos un error al planificar nuestra huida y nos vimos rodeados al poco de salir de la casa. Uno de ellos, como ya sabes, mordió a Ness en el brazo. Al final consiguió que la soltara y logramos trepar hasta el techo de una furgoneta, pero había docenas de ellos, era sólo cuestión de tiempo que nos dieran caza... Y entonces alguien comenzó a matarlos. Venían disparos desde varias direcciones, estábamos aterrorizados... en pocos minutos no quedaba un solo zombie en pie. Entonces fue cuando aparecieron, unos siete u ocho hombres con máscaras antigás y trajes que parecían de ciencia ficción.

Me quedo helada. ¿Máscaras antigás? Eso me suena...

- Nos dijeron que fuéramos con ellos o Ness acabaría convertida en una de esas cosas -continúa, la voz se le quiebra cuando intenta ahogar un sollozo-. Los acompañamos hasta un furgón blindado, donde le inyectaron a Ness lo que supuestamente iba a curarla. Se la querían llevar a "un lugar seguro" y no permitían que yo fuera con ella... La encerraron en la parte de atrás y me obligaron a quedarme abajo, a punta de pistola. Sin embargo el vehículo no avanzó mucho: se toparon de frente con una horda... Conseguí llegar hasta ellos y sacar a Ness de allí en medio de la pelea, nos alejamos tanto como pudimos, hasta dar con este lugar. Ness aguantó bien unas horas, luego empezó a empeorar...

No me muevo ni un milímetro, pero mi mente trabaja a toda velocidad. Los hombres de los trajes tienen que ser los mismos que estuvieron con nosotros, o al menos, sus compañeros. No entiendo qué plan están siguiendo. Se intentaron llevar a Ness en un furgón, pero de Isaac sólo tomaron muestras... Puede que en aquél momento no tuvieran los medios necesarios para trasladarlo.

Y por otra parte, lo que le inyectaron a Ness... ¿es lo mismo que recibió Isaac? ¿Qué pasará si muere? ¿Tendrá el mismo efecto habiendo recibido el tratamiento en un estadio tan temprano de la infección? Por el momento, lo único que puedo concluir es que, fuera lo que fuera lo que le administraron, ha ralentizado el avance de la transformación. Isaac, sin embargo, mejoró con aquella supuesta cura, aunque es posible que la transformación siguiera su curso, lentamente... No me atrevo a aceptar esa idea, Isaac no puede ser uno de esos despojos, no puede estar muerto... Tal vez le inyectaran otra cosa...

- Ahora sí te lo he contado todo -la voz de Lukas transmite la más absoluta desesperación-. ¿Hay algo que puedas hacer? Por favor...

- Puedo verla -le digo-. Pero no te prometo nada.

Escucho el cerrojo y, poco después, la luz del pasillo, aunque sea la de una débil bombilla, me ciega durante unos segundos. Realmente no creo que pueda ayudar en nada a la chica, pero es posible que examinarla me aporte información sobre lo que está pasando y sobre lo que le hicieron a Isaac. Me siento despreciable por aprovecharme del dolor de Lukas para satisfacer mi curiosidad... pero también estoy procurando por mi propia supervivencia.

Me ayuda a ponerme de pie, todavía no me he recuperado del todo, aunque llevo ya varias horas sin náuseas. Lástima que no pueda decir lo mismo de la fiebre... Subimos las escaleras despacio, a mi ritmo, y llegamos a la habitación.

- Ness, he vuelto a traer a la doctora -anuncia Lukas con un deje de esa esperanza que se niega a perder. Esperamos un momento la respuesta de la chica.

Pero Ness ya no se mueve.

10 comentarios:

  1. Yo recomendaría una cucharadita de jarabe de bala...

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  2. Sería lo más sensato, desde luego. ¿Pero quién es sensato en este mundo de locos?

    Ya veréis qué ocurre en la próxima entrega ^^

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  3. Se me ocurren tantas cosas que podrían ocurrir que no quiero pensar en ninguna.

    Lo vais dejando cada día más al puntillo, jodíos! =b

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  4. Claro, Er! Si no, ¿cómo nos aseguramos de que volvais a por más? xD

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  5. No entiendo el motivo exacto por el que Lukas les oculta la informacion en un principio.

    Seguid asi :) la historia engancha!

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  6. Como Ness se ponga farruca Alex lo va a pasar muy mal! Pobrecita, si todavía no se le ha pasado la fiebre...

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  7. Claro Puli, ahora se convertirá Ness y culparán a Alex, van a tener que huir de zombies, científicos locos y la peña de la secta esta... pobres, el mundo contra ellos, menos mal que tienen a Isaac de su parte, o eso creo...

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  8. Respondiendo a la duda de Kapde, en una situación tan caótica como la que viven los protagonistas de Plaguelanders posiblemente no sea buena idea fiarse de todo el mundo. Lukas no sabía si la doctora era de fiar, podría haber estado de parte de los "científicos locos", como dicen por ahí :P

    Y los demás, desde luego, qué catastrofistas sois... ;)

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  9. Así me gusta pequeños, que seais catastrofistas! o mejor dicho Plaguelandrofistas!

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  10. Dicen por ahi jarabe de balas, pero yo creo que con tres o cuatro Ibuprofenos eso se arregla, ¿no? Eso y una rociadita de Reflez, mano de santo :D:D:D

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