martes, 12 de mayo de 2009

Vuelta al infierno


Avanzamos lentamente en dirección al cordón militar, que se perfila frente a nosotros entre la lluvia. Aunque todavía queda un trecho hasta allí, se distinguen ya camiones y alambradas. No se ve, por el momento, movimiento humano ni de ningún tipo. Quizá estemos aún demasiado lejos. Mel aconsejó hace un rato que evitáramos las vías principales de acceso a la ciudad, ya que probablemente durante la revuelta hubo un intento masivo por abandonarla y las carreteras están llenas de vehículos accidentados, cadáveres y zombis buscando a su siguiente víctima. Por esa razón hemos decidido tomar un camino más apartado, y ahora nos encontramos en una especie de explanada donde sólo se ve algún que otro árbol solitario y ningún otro indicio de vida, al menos por el momento. Lo único que se oye es la lluvia y nuestros pies chapoteando en el suelo embarrado. Aún así, no he soltado la empuñadura del martillo que llevo colgado al cinturón desde que salimos de aquél foso, y los demás tampoco parece que vayan a guardar sus armas. Sam se adelanta un poco y se acerca a Mel. "Nos estamos acercando ya... ¿Cómo crees que nos recibirán tus amiguetes?" La verdad es que creo que la pregunta nos ha estado rondando a todos por la cabeza. Esperamos expectantes la respuesta del militar, pero en su lugar escuchamos una voz potente y distorsionada por un megáfono: "La población civil no está autorizada a permanecer en esta zona. Vuelvan de inmediato a la zona cero".

Teníamos demasiadas preguntas, y en el semblante de cada uno se dibujaba un interrogante distinto, nos miramos mutuamente sin saber muy bien qué hacer, mientras la advertencia se repetía en el horizonte con tono un tanto amenazador. Pasaron los segundos bajo la lluvia, con las dudas, el frío y la tensión por lo que había acontecido unos minutos antes en la zanja, cuando oímos un disparo, y tras éste cortas ráfagas y disparos más sonoros. Al grito de "¡¡Corred!!" de Mel, volvimos sobre nuestros pasos a toda velocidad, tropezando entre el barro y la lluvia, entre la maldita zanja y el fuego de los militares. 

No era fuego de advertencia. Algunos disparos pasaron realmente cerca, y probablemente habrían dado en el blanco si no hubiésemos estado moviéndonos, y tan lejos. ¿Por qué continuaban disparando si nos habíamos alejado tanto del cordón militar? No tenía sentido desperdiciar su munición con nosotros cuando estábamos volviendo a lo que llamaban la "zona cero", a no ser que realmente quisieran matarnos. Pero... ¿qué sentido tenía acabar con nosotros si no estábamos infectados? Entonces llegamos de nuevo a la zanja. Nos detuvimos en seco, indecisos. A un lado y a otro se tendían trampas mortales y nosotros cuatro estábamos atrapados en medio. Se escucharon más disparos, esta vez algo más atenuados. "¿Pueden sus armas alcanzarnos a esta distancia?" preguntó Isaac. Mel dirigió una mirada rápida al horizonte. "Es posible. De todas formas, no podemos volver. No avisarán la próxima vez." Un escalofrío me recorrió el cuerpo. El miedo y la incertidumbre se dibujaban en el rostro de todos. Sólo podíamos ir en una dirección.

Nos alejamos lo suficiente como para que dejaran de disparar, y nos asomamos con todo el sigilo que nos fue posible al borde de la zanja, echados en el suelo, completamente embarrados y tiritando por la lluvia. Comenzaba a anochecer, el cielo estaba extraño, de un gris rojizo por el ocaso dejando un ambiente enrarecidamente tenebroso. Como era de esperar los cadáveres estaban amontonados, sucios y apestaban a humedad y muerte, habíamos tenido cuidado de acercarnos por otra altura de la zanja, esperando encontrar a los muertos tranquilitos y tuvimos suerte. Esta vez no hubo sorpresas, recorrimos la zanja por el lateral hasta encontrar el mejor lugar para bajar y subir lo más cómoda y rápidamente posible. Todo sucedió sin problemas en esta ocasión, cuando empezaron a rezumbar y despertarse, ya estábamos caminando al otro lado de la zanja, casi de noche, hambrientos, sucios, regresando a la ciudad maldita...

3 comentarios:

  1. No sé por qué esperaba que no hubiese soldados en la barricada, sólo un muro delimitando una frontera infranqueable...

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  2. Hubiera sido tremendamente impactante encontrarse con eso! Aunque ten en cuenta que llevamos unos cuatro días desde que empezó el apocalipsis (sí, se han hecho muuuuuy largos, ¿pero cómo esperas que sean los días si te los pasas luchando por sobrevivir?), por tanto, ni siquiera al ejército de los Estados Unidos le habría dado tiempo a cercar una ciudad tan grande como ésta...

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  3. Si, visto así, tiene su lógica... xD

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