domingo, 20 de enero de 2013

Chertovski p´yan

Cuando llego a la enfermería tengo que abrirme paso entre un pequeño grupo de gente que se ha apelotonado en la puerta. En el interior veo a Marcus, de pie junto a la camilla en la que yace inerte el recién llegado. Isabelle está inclinada sobre él, limpiándole la herida de la cabeza, pero se vuelve rápidamente en cuanto me escucha entrar.
- Anda, ven aquí y ayúdame, hay que suturar esto.

El hombre de la camilla debe de rondar los treinta y cinco. Es alto, así que los pies le cuelgan por un extremo. El pelo rubio le ha crecido demasiado para el corte que lleva y la barba es por lo menos de un mes. Viste ropa elegante, pero sucia y bastante desgastada. Huele a alcohol.
- ¿Es la única herida que tiene? -pregunto, mientras me lavo las manos y me siento junto a Isabelle.
- Sí, lo han examinado a fondo -responde Marcus-. Debe de haberse golpeado la cabeza al tener el accidente, por eso ha perdido el conocimiento.
- Lleva mucho tiempo inconsciente -añado.
- ¿Crees que tendrá daño cerebral?
Me encojo de hombros. Puede que lo tenga, no hay manera de saberlo.
- Habrá que esperar a que despierte. ¿Cómo están los otros dos?
- Un poco nerviosos -dice Marcus-. Ahora los traen, para que les echéis un vistazo, aunque no tienen heridas de gravedad. Algunas magulladuras del accidente, creo.

Nos deja solas y nosotras terminamos de cerrar la herida y limpiarla. Me gustaría que nuestro paciente estuviera despierto para preguntarle qué hacía con una limusina en medio del apocalipsis. Supongo que ha sido un golpe de suerte que se hayan estrellado justo frente a nuestra puerta. En cualquier otro lugar, los zombis podrían estar dándose un festín con ellos.

Los otros dos ocupantes de la limusina llegan al poco tiempo. Aparecen acompañados de un par de muchachos armados que no les quitan el ojo de encima. Parecen tranquilos, hasta que se percatan de que su compañero está presente, aunque inconsciente aun. Entonces, el hombre lanza un alarido y se abalanza sobre él. Empieza a darle puñetazos en la cara y en el pecho, y a gritar palabras que no entiendo pero que sólo pueden ser maldiciones. Los chicos de Marcus reaccionan rápido, lo cogen de los brazos y lo apartan del herido, pero tardan un poco en reducirlo del todo. Sigue mascullando por lo bajo cuando por fin se da por vencido y se deja caer de rodillas, apresado por los muchachos. La mujer entonces se acerca a la camilla, donde Isabelle se apresura en comprobar las constantes del paciente.
- Tranquila -le dice-. Sigue respirando.
- Chertovski p´yan -dice ella con desprecio, y acto seguido escupe a su compañero. Esto ya es demasiado.
- ¿Se puede saber qué pasa? ¿Qué has dicho?
- Ella ha dicho: puto borracho -aclara el hombre.
- ¿Borracho? 
- ¿Por qué crees que ha estrellado el coche ese cabrón?
- ¿Estaba conduciendo borracho? -parece que tenemos una explicación lógica a por qué el tipo huele a alcohol.
- Eso he dicho. Nosotros -hace un gesto para señalar a la mujer- estábamos durmiendo detrás. Él se ha levantado sin decir nada y ha arrancado la limusina. ¡Era lo único que teníamos! ¡Ahora no tenemos nada!
Hace amago de levantarse de nuevo, pero los chicos lo retienen.
- No te emociones, colega -dice uno de ellos-. Tú también hueles a alcohol.
El hombre los mira, primero a uno, luego al otro, luego a Isabelle y a mí.
- Estuvimos bebiendo anoche -responde al fin-. Los tres. Luego nos fuimos a dormir. Nos despertamos cuando ese hijo de puta de ahí estrelló el coche.

Isabelle pone los brazos en jarras y se queda mirando a los visitantes durante unos segundos.
- Tú y tú, os vais a calmar y nos vais a contar qué ha pasado. Uno de vosotros -le dice a los muchachos- debería avisar a Marcus, creo que le interesará.
Uno de los chicos asiente y sale corriendo, el otro se queda, todavía vigilando de cerca al hombre que sigue de rodillas en el suelo. Isabelle acerca un par de sillas y les pide que se sienten mientras esperamos a Marcus. Aprovechamos esos instantes para tratar de calmarlos, ya que parecen bastante alterados. Puede que sigan un poco borrachos, también.

Marcus llega poco después. Con la situación un poco más calmada, empieza a hacer preguntas.
- Supongo que ahora ya podéis explicarnos con un poco más de detalle quiénes sois, de dónde habéis salido y qué hacéis aquí.
El hombre asiente, la mujer lo mira sin decir nada. Creo que no nos entiende.
- Me llamo Fiodor, ella es Eva -empieza él-. El capullo se llama Yuri. Llevábamos unos pocos días en el país cuando todo empezó. Vinimos con nuestro jefe, era el dueño de una empresa de gas natural en Rusia.
- Así que sois rusos -dice Marcus-, pero habláis nuestro idioma.
- Yo sí, Yuri también, creo. Eva no.
- Tendrá que aprender. Bien, continúa. Vinistéis con vuestro jefe.
- Sí, el señor Borovski. Iba a cerrar acuerdos de negocios. Nuestro jefe tiene mucho dinero. Fue cuando declararon la zona cero de cuarentena. Fuimos a varias reuniones, pero empezaron a haber rumores de que iban a ampliar la cuarentena y que nosotros estaríamos dentro. Empezaron a evacuar gente. Entonces nuestro jefe decidió marcharse, pero nos dijeron que no podíamos, que había que aislar la zona. Todo estaba lleno de militares. Él tenía un helicóptero. Se marchó en el helicóptero, sólo se llevó al piloto. No nos dijo nada, nosotros estábamos en el hotel y nos enteramos cuando él ya se había ido. Nos dejó tirados. No sé por qué lo dejaron salir, de hecho no sé si llegó a salir de la cuarentena, pero no supimos nada más de él y a nosotros no nos dejaron marcharnos. Luego los militares se fueron, y sólo quedó la gente, pero todo el mundo se estaba volviendo loco. Teníamos las llaves de la limusina, Yuri las tenía, él era el chófer, así que la cogimos y nos fuimos. Era una buena protección, cristales blindados y todo eso, y mucho espacio dentro. Hemos estado bien un tiempo, moviéndonos de sitio para encontrar comida. Pero el hijo de puta ha tenido que estrellarla. Siempre ha sido un borracho. El jefe debió despedirlo hace tiempo. 
- Yuri era el chófer... ¿y vosotros?
- Yo era el secretario personal del señor Borovski -dice-. Eva... ella era su... acompañante.
- Ya veo...

La historia del ruso me deja pensando, no sólo por el hecho de que se quedasen tirados mientras su jefe se largaba en su helicóptero, sino por lo que ha dicho sobre las zonas de cuarentena. Aunque nuestra ciudad fue la primera en caer, ya había oído por aquí que hubo otros focos, y que la zona de cuarentena tuvo que ser ampliada.
- ¿Dónde estábais cuando empezó esto? -les pregunto.
- En Arlington.
- Eso está... ¿a cuánto? ¿Ciento cincuenta, doscientos kilómetros?
- Unos doscientos -apunta Marcus. 
No dice nada, pero probablemente está pensando lo mismo que yo. La zona de cuarentena tiene que ser enorme, y no sabemos si han habido más ampliaciones. Sin embargo, puede que exista una zona segura más allá. El problema es que para llegar hasta allí, necesitamos un plan, y la gente de Cornwell parece más dispuesta a seguir con su día a día esperando que en algún momento alguien venga a rescatarnos.
- Habéis recorrido una gran distancia, ¿habéis visto signos de que todo este asunto de los zombis esté mejorando?
Fiodor niega con la cabeza.
- No hemos pasado por muchas ciudades porque nos dimos cuenta de que cuanto más nos acercábamos, más zombis había. Algunas son como hormigueros. Así que buscamos las zonas rurales. Estábamos en este pueblo porque parecía vacío, hay muy pocos por aquí.
- Eso es porque nos encargamos de mantenerlo limpio -dice Marcus.
La mujer le pregunta algo a su compañero. Él se pone a hablarle en ruso, imagino que explicándole lo que nos acaba de contar. Ella no para de hacer preguntas.
- Eva quiere saber si es seguro estar aquí... y en ese caso, si podemos quedarnos.
Marcus medita un instante.
- Podéis quedaros hasta que vuestro amigo se recupere, si colaboráis con las tareas del refugio. No podéis tener armas y dormiréis separados del resto en una habitación vigilada. Son normas de la casa, la doctora Sky pasó por lo mismo no hace mucho, ¿verdad?
Asiento con la cabeza, sin prestar demasiada atención.
- Cuando vuestro amigo esté recuperado, nos reuniremos y decidiremos si os quedáis o no.
- Yuri no es nuestro amigo -dice Fiodor a modo de respuesta.

5 comentarios:

  1. Jajajaja me encanta esta gente! Estoy deseando que Yuri despierte para ver si la lía parda!

    Muy bueno!

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  2. No me importaría que pasara lo que cita Puli, están bien estos episodios, nuevos personaje, tramas relajadas y llevaderas... Pero me gustaría que continuase la trama principal, acción; La limusina podría haberlos atraído y que de pronto no vuelvan los de la granja y haya que ir a ver qué pasa... No sé, así de pronto es la primera idea que se me ocurre. Pero bien, aprecio el trabajo y me sigue gustando. ;)

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  3. No os puedo contar lo que va a pasar así que sólo os queda hacer conjeturas... ;)

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  4. D::::: Quiero mi dosis Q.Q (Tengo muchos ojos :D)

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