domingo, 19 de agosto de 2012

Solo

Siento que una oleada de alivio recorre al grupo. Ya no tendrán que decidir si me dejan entrar, ya no tendrán que sentirse obligados a aceptarme entre ellos sólo porque le salvé la vida a uno de los suyos. Ya no soy un problema para ellos. Sin embargo, ellos no me importan lo más mínimo. Los únicos que me importan, ahora mismo, son mis compañeros. Mishel está tan trastornada que no sé si realmente es consciente de lo que está pasando, y a Lukas apenas lo conozco. Y luego está Alex.

Le ha dolido lo que acabo de hacer, y mucho. Lo sabía desde el principio, y ha sido lo único que me ha hecho dudar de mi decisión, pero lo que ha ocurrido esta noche me ha hecho darme cuenta de que no puedo quedarme con ellos. Por mucho que me duela, no seré una ayuda sino un problema. Por supuesto, no me dejará marcharme sin una explicación y probablemente lo acabe haciendo en contra de su voluntad, de todas formas. Entiendo que se siente protegida a mi lado, aunque lo que pasa es que no es consciente del peligro que corre.

Me coge de las muñecas y me mira con tanta tristeza que hace que me duela el pecho. 
- ¿Qué vamos a hacer sin ti? -se le quiebra la voz al final de la frase.
- Lo mismo que cuando me marché la otra vez, Alex -respondo, y el recuerdo de mi huida sin explicaciones parece que reaviva otra herida. 
Esta vez voy a hacer las cosas bien.
- Voy a marcharme hoy mismo -digo, dirigiéndome a Marcus y su grupo-. Podéis quedaros con el todoterreno. Sólo os pediré que me devolváis mi arma y que me deis una mochila con algunas cosas que pueda necesitar. 
Marcus asiente. Una mochila con utensilios de supervivencia a cambio de un todoterreno. Si tienen acceso a una fuente de combustible, es un gran negocio.
- También me gustaría tener unas palabras con Alex -añado-. En privado.
- No tengo inconveniente -dice Marcus-. ¿Podéis hablar aquí fuera, en la puerta? Nos llevaremos a Mishel dentro y nos ocuparemos de ella.
- De acuerdo -respondo. El grupo entra en el instituto, y nos quedamos solos. Respiro hondo, y trato de poner en orden mis pensamientos.

Alex se queda mirando la puerta cerrada unos momentos, y luego se vuelve hacia mí. Me cuesta sostenerle la mirada. Ella no dice nada, espera pacientemente a que yo empiece a hablar. La verdad es que tampoco le hace falta, el dolor se le ve claramente en el rostro. Vuelvo a coger aire.
- Sé que esto te duele mucho, Alex -empiezo-. Pero créeme, si me marcho es porque no he encontrado otra salida.
- Entonces me voy contigo.
- No, no puede ser. No puedo estar con nadie, no puedo estar cerca de las personas.
- ¿Por qué? -ahora parece asustada. No quiero que me tenga miedo, pero a lo mejor así aceptaría mejor mi partida.
- Porque soy un peligro para todos.
- ¿Un peligro? -dice, levantando las manos-. Pero si eres tú el que siempre nos ha protegido de todo.
- Lo sé, Alex, y siempre he querido protegeros. Pero hay algo en mí que va mal, y cuanto más tiempo paso junto a otras personas, se va volviendo peor. Esa fue la razón por la que me marché la otra vez, porque tenía miedo de haceros daño. Nunca me alejé mucho del grupo, pero no podía compartir una habitación con vosotros porque no sabía en qué momento podría perder el control.
- Isaac... ¿por qué no nos has contado nada? 
- ¿Qué os iba a contar? ¿Que soy medio zombi?
- ¿Eres medio zombi? ¡No me había dado cuenta!
El sarcasmo de su última frase me duele un poco, pero trato de no enfadarme. No quiero discutir con ella, sólo despedirme como es debido.
- Tienes que haberte dado cuenta de que no es seguro estar conmigo.
Alex hace una pausa, respira hondo y me mira. Supongo que a ella también le cuesta organizar sus emociones ahora mismo.
- Mira, esto es lo que sé -dice-. Un zombi te mordió. Te inyectaron algo que supongo que pretendía ser una cura, pero los tíos que lo hicieron no se quedaron para ver si hacía efecto, en lugar de eso tomaron unas cuantas muestras y se fueron, lo cual no entiendo. Y luego despertaste, era como un milagro, y entonces resultó que estabas un poco raro, pero antes de que pudiéramos aclarar qué iba mal, desapareciste. Me dolió mucho, ¿sabes? que te fueras sin decir nada. Aunque al menos, entonces, estaba Sam... Y después de que nos pasara de todo, en el peor momento, apareciste y me salvaste la vida. No creas que no vi lo que hiciste para protegernos... destrozaste a aquellos hombres. ¡Pero ellos eran unos monstruos! Y luego te dedicaste a matar zombis. Entonces, ¿por qué eres un peligro para nosotros?

Hace una pausa y los dos nos quedamos callados un rato. En ese momento, la puerta del instituto se abre y vemos aparecer a dos muchachos con una mochila. Me quedo quieto, congelado sobre mis pies, así que Alex se acerca a ellos por mí y la recoge. Vuelven dentro en un segundo, y ella revisa el contenido de la mochila.
- Una manta, cuerda, dos mecheros, agua, unas latas de comida, una navaja, una vela, una linterna y pilas -enumera-. Y tu pistola.
- Bien -asiento-. Puedes quedarte con la comida, no la voy a necesitar.
- ¿Por qué no la vas a necesitar? -pregunta con cautela.

No sé muy bien cómo empezar. Al final me decido a hablar.
- Esas cosas que hice a aquellos hombres, todas esas cosas horribles... podría hacerlas a cualquiera de vosotros, a cualquier persona dentro de ese instituto. Podría ocurrir en cualquier momento, no sé cuándo podría perder el control.
- Pero te has controlado mientras has estado con nosotros...
- Sí, pero recuerda que hacía poco tiempo que había... que había comido, porque eso fue lo que hice con aquellos cabrones. Me los comí -suena todavía peor en mi boca que en mi cabeza-. A medida que pasaban las horas se ha ido haciendo más difícil... tengo mucha hambre, Alex, y la comida normal me hace poner enfermo. Necesito carne fresca.

Da un par de pasos hacia atrás. Parece asustada. No quería darle miedo, pero supongo que es inevitable.
- Ayer, cuando llegamos y nos obligaron a desnudarnos, sentí que podía saltar sobre cualquiera de vosotros en cualquier momento. Preferí quedarme fuera con Mishel, porque no sabía cómo iba a reaccionar estando rodeado de gente. Después, cuando se acercaron los zombis, justo al salir el hombre de los bocatas... Una vez acabé con ellos, mi primer instinto fue lanzarme sobre el hombre y darme un festín. Tuve que emplear todas mis fuerzas para concentrarme en no hacerle daño. Me acerqué a él muy despacio, y conteniendo la respiración, y aún así el hambre hacía que me doliera el estómago y me hirviera la sangre. Estuve a punto de perder el control, y eso es algo que no me puedo permitir.
- Díos mío, Isaac...
- Nunca quise que me tuvieras miedo.
- Yo nunca te tendré miedo -dice ella, pero su forma de mirarme ha cambiado.
- Eso es una temeridad por tu parte -le digo, aunque se me escapa una sonrisa-. ¿Entiendes ahora por qué no puedo hacer otra cosa que marcharme?
Me mira un rato, y al final asiente lentamente con la cabeza.
- Si esta gente se entera de tu condición, no sólo no te dejarían entrar aquí, sino que tú también estarías en peligro. 
- Supongo que puedo contar con que no dirás nada. Si me convierto en una amenaza para ellos, no me extrañaría que Marcus viniera a por mí. La forma en que me han mirado... creo que me tienen miedo.
- No te preocupes -dice ella-. Mientras no hagas daño a ninguno de los suyos, no creo que pase nada.
- Para no hacer daño a nadie, necesito alejarme. ¿Lo entiendes?
Suspira.
- Lo entiendo. ¿Dónde irás?
- No lo sé -digo, y me vuelvo para mirar a mi alrededor-. Creo que al bosque, por el momento, lejos de la gente. A lo mejor un tiempo a solas me sienta bien. Quizás en algún momento pueda volver.
- Eso me gustaría.
- Siento tener que despedirme de ti. Desde aquella noche en el hospital pensaba que íbamos a estar juntos hasta que todo esto terminara. Formamos un buen equipo.
- Sí, aunque esto no tiene pinta de acabarse, ¿no crees?
- Te echaré de menos.
- Y yo. Si en algún momento necesitas ayuda, ya sabes dónde encontrarme -hace un gesto con la mano, señalando el instituto.
- Gracias. Tú puedes... no sé, proyectar el signo de Batman en el cielo, tal vez lo vea y pueda venir en tu ayuda.
Se ríe, el sonido de su carcajada me reconforta. Al final yo también me río. Otra vez esta chica me sorprende, sacando fuerzas de quién sabe dónde para seguir adelante.
- Buena suerte, Isaac -dice, y me abraza. Yo la abrazo también, y nos quedamos así un rato. Entonces, la maldita sensación en el estómago, el impulso de clavarle los dientes en el cuello, me obliga a separarme de ella. Cierro los puños con fuerza y trato de concentrarme de nuevo.
- Lo siento -me mira otra vez con esa tristeza suya que echa abajo mis defensas.
- Tú no tienes la culpa. Cuida de Mishel y Lukas. Y sobre todo, cuídate mucho, Alex.
- Y tú.

Me cuelgo la mochila al hombro y me doy la vuelta. Echo a andar, sin volver la vista atrás, aunque sé que ella está ahí, en la acera frente a la puerta del instituto. Sigo andando, sin volverme, hasta saber que ella ya me habrá perdido de vista. Miro a mi alrededor, las calles desiertas de Cornwell parece que me devuelven la mirada. Estoy solo.

8 comentarios:

  1. Qué emotiva conversación, ha sido una escena digna de Hollywood, casi me he vuelto Isaac, interpretando mientras leía... Pocos escritores consiguen eso en el lector, Enhorabuena, sois grandes.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Monglomorolos, vosotros los lectores sois realmente los grandes aquí, y esta clase de comentarios son los que me dan ánimos de seguir con la historia, especialmente viniendo de alguien que ha estado aquí desde el principio y que ha visto cómo evolucionaba.

    Has conseguido sacarme una lagrimilla :)

    ResponderEliminar
  3. ¡Buen par de capítulos! Se entiende muy bien la motivación de Isaac. A ver qué le(s) depara el futuro =)

    ResponderEliminar
  4. Que guapo. Excelente narracion. La sigo con verdadero interes.

    http://blogs.que.es/todaslascosasmuertas/

    ResponderEliminar
  5. Buena entrada. Me ha gustado que el interés se centre en el doble conflicto de Isaac intentando aferrarse a su humanidad o sucumbir a su nueva naturaleza, y el del mantenimiento o no de los lazos con Alex. Tengo curiosidad por saber que rumbo tomará Isaac ahora que no cuenta con el asidero de Alex, y como a esta le puede influir la pérdida de su principal compañero hasta ahora; es obvio que en poco tiempo se ha visto sometida a pruebas muy duras.

    ResponderEliminar
  6. Que triste esta separación.
    Ojalá que sea temporal y en breve vuelvan a reencontrarse, sino Isaac podría sucumbir a los encantos de su nueva naturaleza.
    Vanessa_K

    ResponderEliminar
  7. OOOh... Qué entrada más bonita. La verdad es que la historia necesitaba ésto. Muy buen trabajo. Sólo espero que Isaac no esté mucho tiempo fuera o, como ha dicho Vanessa, va a perderse a sí mismo.¡Necesita a Alex para seguir siendo quién es!

    ResponderEliminar