miércoles, 15 de agosto de 2012

En deuda

El alboroto dura poco. Algunos de los habitantes del instituto salen intentando acallar los gritos de los que han observado la escena desde las ventanas y, sobre todo, de una mujer que llora histérica en la entrada principal. El hombre que había salido con la comida es sometido al examen de rigor, así que me doy la vuelta y trato de pensar en otra cosa. Me dirijo al coche en busca de Mishel, para compartir la cena con ella. Ya les daré las gracias por los bocatas mañana.

Golpeo con los nudillos la ventanilla trasera del todoterreno, aunque no veo a mi compañera. Detrás de nosotros, escucho cómo la puerta del instituto se cierra y las voces se acallan poco a poco. No creo que quieran llamar la atención de más compañía esta noche, así que se dan prisa en que el silencio vuelva a ser sepulcral, o por lo menos, que no se les escuche desde el exterior. Golpeo la ventanilla otra vez y entonces veo un bulto que se mueve. Un poco exasperado, trato de abrir la puerta, pero está cerrada desde dentro.
- Mishel, soy yo, Isaac. Traigo la cena.
Ninguna respuesta. Pero la veo, está escondida bajo los asientos. Sé que está traumatizada y todo eso, pero empieza a ponerme de los nervios.
- Por Dios, Mishel, tienes que tener hambre. No hay nadie más aquí. Baja un poco la ventanilla y te daré un bocadillo.
Tengo que esperar al menos medio minuto a que se decida, pero al fin se incorpora y abre la puerta, sólo una rendija, lo suficiente para que pueda darle su comida, y cierra de nuevo. Bueno, ya está, no tendré que preocuparme de ella en un rato.


Todos parecen muy alterados durante un buen rato, incluso después de que Joseph haya regresado sano y salvo de su encontronazo con los zombis y con Isaac. La mujer que chillaba antes, que debe de ser su pareja, sigue llorando en algún aula al final del pasillo. Desde la habitación en la que estamos Lukas y yo, vemos a varias personas ir y venir, pero nadie nos dice nada. Alguien está recibiendo una bronca monumental de Marcus, creo, se le oye gritar desde aquí. Lydia aparece de vez en cuando para traernos algo, una manta, un poco de agua, cualquier cosa, pero cuando le preguntamos no responde nada en claro. Al final, cuando todo parece más calmado, conseguimos que hable un poco más.
- ¿Tienes idea de dónde salieron los zombis? -le pregunto-. Creía que esta zona estaba limpia.
- Y lo estaba -dice ella, consternada-. No sabemos de dónde vinieron, ni por qué no lo supimos antes. El vigilante debería haberlos detectado mucho antes de que llegaran, pero parece que no estaba en su puesto. Marcus quería arrancarle la cabeza, no sé cómo lo van a castigar.
- ¿Cómo está Joseph? -le pregunta Lukas.
- Bueno, está asustado -dice-, pero no ha resultado herido. Vuestro amigo lo ha protegido bien. Ha luchado como un..
- Como un animal -termina Lukas. Me molesta un poco el comentario, pero no se aleja de la realidad.
- No quería decir eso -se disculpa Lydia-. Es sólo que... bueno, no había visto a nadie luchar así.
- Nosotros tampoco -le digo yo-. Sólo a Isaac.
- Cuando empieza, es como una máquina -interviene Lukas-. No para hasta destrozarlos a todos. 
Lydia se queda intranquila con esa explicación. Creo que ha sido poco afortunada. Intento suavizar la tensión un poco.
- Pero ya has visto cómo ha protegido a Joseph. A nosotros también nos salvó la vida. A mí me la ha salvado varias veces, de hecho.
- Supongo que le debemos eso...
- Espero que lo recordéis mañana, cuando se decida si puede entrar o no. 

Desenvuelvo mi bocata y me llega el olor de la carne ahumada. Sinceramente, no es lo que más me apetece ahora mismo, pero tengo tanta hambre que no puedo más, así que le doy un bocado, luego otro, me lo trago sin apenas masticar, y en un par de minutos lo he terminado y sigo con hambre. El hambre, que nunca se me pasa. Y entonces, apenas un minuto después, siento cómo se me revuelve el estómago y tengo el tiempo justo de ponerme de rodillas junto al todoterreno para no vomitarme encima. 

Cuando termino estoy temblando y me duele todo el cuerpo. ¿Me he intoxicado con ese bocadillo? Me pongo en pie como puedo, agarrándome al parachoques del vehículo, y escruto la penumbra intentando averiguar si Mishel está bien o también se ha intoxicado. Por lo que veo, está comiendo tranquilamente, al menos tan tranquilamente como podría hacerlo. Se vuelve hacia mí cuando se da cuenta de que la observo, pero no consigo deducir nada de su expresión. Parece que a ella no le ha hecho daño la comida, así que imagino que en mi caso ha sido por mi... nueva condición. Me siento fatal, tengo hambre y la situación no parece que vaya a mejorar, así que me doy por vencido. Me siento en el suelo, al otro lado del todoterreno, apoyo la espalda en la rueda y me dedico a esperar a que salga el sol de nuevo. Aunque tampoco estoy seguro de que eso vaya a solucionar nada.

Lukas y yo estamos solos en el aula. Llevamos aquí toda la noche, sentados en el suelo junto a un montón de mesas apiladas al fondo. Lydia nos ha traído sacos de dormir, agua y un par de mantas, así que realmente tenemos todo lo que necesitamos para descansar. También tenemos una vela con la que iluminamos la habitación, aunque sé que deberíamos apagarla. Sin embargo, no consigo tranquilizarme y me paso todo el tiempo observando la calle a través de la ventana, aunque ahora la oscuridad es tan profunda que apenas puedo distinguir la silueta del coche aparcado frente a la entrada. Lukas, cansado, me pide que deje de caminar por la habitación y trate de dormir un poco. 
- Vamos a estar aquí hasta que se haga de día -dice, echando un vistazo en dirección a la puerta-. Sabes que no podemos salir, ¿no? Han cerrado desde fuera.
- Lo sé -respondo. Me siento encerrada.
- Vamos a descansar un rato, ¿vale? Isaac estará bien, y a Mishel no le pasará nada mientras él ande cerca. 
Asiento con la cabeza de mala gana y me meto en el saco de dormir. Lukas apaga la vela y escucho cómo intenta acomodarse para pasar el resto de la noche. No sé qué le estará viniendo a la mente ahora mismo, probablemente lo mismo que a mí. Cuando cierro los ojos la cabeza se me llena de imágenes aterradoras: los zombis rodeando a Sam, unas manos sujetándome mientras otras me quitan la ropa, un arma apuntándome a la cabeza, Isaac infectado, la maldita zanja de los muertos. Hago un esfuerzo por dormir, aún sabiendo que todas esas cosas me perseguirán en mis pesadillas. Estoy tan cansada que, a pesar de todo, se me acaban cerrando los ojos y siento por un rato que puedo esconderme debajo de las mantas y olvidarme del mundo.

La temperatura baja poco antes del amanecer. El frío en la cara y en las manos hace que me sienta más relajado. Sigo teniendo hambre, de todas formas, creo que no me voy a librar nunca de esta sensación. Me esfuerzo por dejar la mente en blanco. Quiero estar lejos de aquí. Comer hasta hartarme. No, mierda, no pienses en comer. Joder, me comería hasta una rata. Y sin embargo el bocadillo... tal vez fuera por el pan. Mierda, Isaac, no pienses en comer. Alex y Lukas están bien. Mishel ha sobrevivido a la noche, no le ha pasado nada a nadie a pesar de los zombis. He cumplido mi deber, he hecho lo que debía. Ahora podré descansar.

No sé cuánto tiempo ha pasado cuando escucho a alguien acercarse y se abre la puerta del instituto. Aparece un grupo de cinco o seis personas, incluyendo al que parece ser el líder, un hombre de mediana edad llamado Marcus. Parece que van a cumplir su palabra y darnos una segunda oportunidad de entrar. Marcus se adelanta y sonríe, en un intento de parecer amigable, aunque noto que todavía desconfía un poco.
- Bueno, parece que estás bien a pesar de los problemas de anoche -dice, y me cuesta saber si eso le alivia o le preocupa-. ¿Cómo está la chica?
- Está bien -respondo-. En el coche.
Escruto el grupo en busca de alguna reacción. Sobre todo, encuentro miedo. Me gustaría que Alex estuviera entre ellos, seguro que sabría decir algo bueno por mí. Esas cosas se le dan mejor a ella.
- ¿Dónde están mis amigos? -pregunto-. Quiero verlos.
Marcus asiente, evitando el conflicto, y envía a uno de sus compañeros a buscar a Lukas y Alex. Aparecen al cabo de un par de minutos que se me hacen eternos. Tienen una pinta un poco ridícula con un chándal azul bastante horrible, pero parece que están bien. Alex ignora las advertencias de Marcus y corre a abrazarme.
- ¡Isaac! -exclama-. Estaba muy preocupada por ti. ¿Y Mishel?

Echo un vistazo rápido, primero a Alex, luego a Lukas. Todavía les queda un buen trecho para recuperarse del todo, pero están limpios, sus heridas tienen buen aspecto y se les ve tranquilos, dentro de lo que cabe. Eso me tranquiliza a mí también y hace que se suavice un poco la tensión del ambiente. Me dirijo al coche y golpeo suavemente el cristal de la ventanilla trasera. Mishel está sentada mirando en mi dirección, aunque un poco ausente hasta que el sonido la sobresalta. Le pido que abra la puerta, y aunque vacila unos segundos, cede bastante fácilmente. Le doy la mano para que baje y la acompaño hasta la puerta, donde el grupo espera.

- Aquí está Mishel, como veis, sin rastro de infección -les digo, tal vez un poco desafiante-. Han pasado más de doce horas y continúa igual. Bueno, puede que tenga un poco de hambre.
Ella no dice nada, se limita a mirarnos a Alex y a mí como esperando que resolvamos la situación. Marcus piensa durante unos segundos. Al final, una mujer le dice en voz baja:
- La chica parece sana pero podría haber tenido contacto esta noche con algún zombi. Piénsalo, Marcus.
Él hace una mueca. Me están empezando a hartar con tanta tontería, hemos estado una noche a la intemperie a merced de los zombis sólo para complacerlos. Deberían tener más respeto por nosotros.
- Ningún zombi se acercó a ella, estaba dentro del coche -explico-. Y si lo hubiera hecho, ahora estaría muerta. 
Marcus todavía parece indeciso.
- Mira -les digo, un tanto exasperado-. Anoche un grupo de zombis pudo haber matado a uno de los vuestros. Le salvé la vida acabando con ellos. Creo que estáis en deuda conmigo y que deberíais aceptar a Mishel en compensación. 
Marcus y la mujer que ha hablado antes se separan un poco del grupo y hablan en voz baja.
- Está bien -dice Marcus después de pensarlo un rato-. La chica podrá entrar, y después de darse una ducha, será examinada por nuestro personal médico. En cuanto a ti...
- No tienes que preocuparte por mí -le digo-. Yo no voy a entrar.

6 comentarios:

  1. Esa última frase... ¡Qué delicia! Y ha quedado como un campeón.

    ¿Pero lo habrá hecho por ellos o por él mismo? :S Al grupo, sobre todo Alex, no le relajará esa decisión.

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  2. Me encantaría contarlo pero no quiero spoilear a nadie... >_<
    Así que tendrás que esperar (no mucho). Gracias por pasarte por aquí :)

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  3. Uououo, me encanta Isaac. El y Alex harian una buena pareja :P
    Vanessa_K

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  4. Realmente la de Isaac parece la única decisión sensata que se podía tomar en ese momento. Habiendo contemplado a Isaac en acción, sería muy arriesgado también para la gente del instituto abrirles las puertas pienso. Por otra parte, me ha gustado ver como las experiencias sucedidas hasta el momento van haciendo mella en el ánimo de Alex; me pregunto como podrá seguir manejando todas las cosas que se han ido acumulando dentro de ella, y todas las que vendrán...

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  5. Oooh... Isaac lejos del grupo! Es lo mejor para todos pero me da pena por Alex. Por cierto, ¿qué ha pasado con el vigilante que se suponía que tenía que haber avisado de la llegada de los zombies? ¿Se hablará de eso o era un recurso para introducir una situación de peligro? ¡Yo sigo pensando que hay algo raro en ese barrio!

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