lunes, 5 de julio de 2010

Sin descanso

El lugar parece tranquilo, no se percibe actividad en los alrededores. Tal vez haya algunos podridos desperdigados entre las naves y almacenes, pero no creo que constituyan un peligro por el momento. Hemos decidido instalarnos en la segunda planta, en el despacho más grande al final del pasillo. Hay un par de sillones y una alfombra, que aunque no son gran cosa nos van a venir bien a la hora de dormir. Además, es el más luminoso. No funciona la instalación eléctrica, por lo que vamos a necesitar la luz natural. En el resto del edificio, pocas cosas son aprovechables: casi todo es material de oficina y muebles llenos de polvo. Espero que nadie sea alérgico.
En la planta baja, hemos bloqueado la puerta principal y la de emergencia con unos pesados archivadores. Sam ha hecho un buen trabajo apuntalando los muebles, enormes, de manera que a los podridos les resulte muy complicado entrar. Las ventanas tienen rejas, pero de todos modos hemos colocado algunos muebles frente a ellas. Al terminar, nos hemos quedado prácticamente a oscuras. Arriba, por suerte, entraba todavía algo de luz, así que hemos aprovechado para hacer inventario de lo que tenemos y ver qué necesitamos. Lo cierto es que en cuanto a provisiones y comodidad el lugar no es muy acertado, pero todos tenemos claro que se trata de algo provisional. Aunque vayamos a descansar aquí unos días, no pasará mucho tiempo hasta que pensemos en algo para salir por fin de esta maldita ciudad. Al menos, eso espero.


Siento su presencia aun cuando debe de estar un par de pisos por debajo de mi posición, su olor es muy característico y he conseguido ocultar el mío con las sábanas del primer apartamento que encontré abierto. Me muevo sigilosamente, y el truco de la sábana me dará unos minutos hasta que llegue mi cazador, lo cierto es que estoy agotado, me canso rápidamente cuando despierta toda esa fuerza dormida en mi interior y las venas se me hinchan oscureciéndose.
Registro la habitación pero la única salida que tengo es la ventana del salón, dos pisos más abajo hay una farola, tan sólo tengo que engancharme a ella y deslizarme hasta la calle como los bomberos. Sonrío por un momento al pensar en lo absurdo de mi plan, al menos hasta antes del cambio seria algo imposible de hacer, pero tengo que intentarlo. Abro la ventana, cojo carrerilla hasta apoyar mi espalda sobre la pared contraria en el salón... uno, dos, tres... ¡salto!
Los músculos se tensan, las venas se oscurecen y alcanzo la farola con más fuerza de lo que esperaba, no he tenido problemas, alcanzo el suelo rápidamente y desaparezco por la oscuridad del callejón más próximo.
He perdido a mis compañeros, me va a ser difícil recuperar su rastro tras la desorientación de la pelea, recojo un retrovisor roto de un coche y me miro. La pelea se ha cobrado un precio alto, tengo un ojo medio cerrado del golpe contra la puerta del ascensor, y esa parte de la cara hinchada y roja como un tomate, me sangra el labio inferior copiosamente, tengo la frente perlada de sudor frío y empiezo a notar un ardor muy fuerte en el tobillo donde me ha mordido Mel, es una sensación familiar para mí, como la primera vez que fui mordido. Se oye un chasquido a mis espaldas -Mierda!- pienso mientras me doy la vuelta dispuesto a enfrentarme de nuevo a mi peor pesadilla.



Reparto algunas de las barritas energéticas que quedaban en mi mochila entre mis compañeros, no tenemos mucho más para comer. Nos marchamos de una forma tan apresurada del Purgatorio, y hemos estado tan ocupados evitando a los despojos, que no hemos conseguido alimentos de ningún tipo. Probablemente mañana o pasado nos veremos obligados a salir y buscar algo que llevarnos a la boca si no queremos pasar el día sin comer. Le doy un bocado a mi barrita y me apoyo contra la pared, dejándome caer lentamente al suelo, hasta quedar sentada sobre la alfombra. Estoy agotada y a este paso no conseguiré recuperarme del encierro en aquel cuartucho. Jodidos fanáticos, apenas me dieron de comer. Debo de haber perdido al menos tres o cuatro kilos, lo cual es bastante para una persona de mi tamaño. Sam se me acerca con una sonrisa y me ofrece un poco de agua, que acepto de buen grado. 
Pasan unos minutos en silencio, mientras la luz que entra por la ventana se va volviendo más débil. El atardecer tiñe la habitación de un color rojizo. Lukas suspira y se pone de pie.
- Siento mucho todo esto -dice, mirando al suelo-. Ha sido culpa mía que nos echaran, por enfurecer a mi padre...
- Déjalo, Lukas -respondo-. Qué más da eso ya. Había que salir de allí de todas formas.
- Sentirte culpable no va a arreglar las cosas -dice Sam-. Lo que tenemos que hacer es mirar hacia delante, marcharnos bien lejos de todo este horror.
Lukas se queda callado y se vuelve a sentar en el suelo. Me pregunto si estará pensando en su padre y en todos los refugiados del Purgatorio. No estoy segura de si estar allí supone la salvación o es una condena a muerte. Una brecha en su seguridad y el lugar se convertiría en una ratonera. No parece que Lukas y el Orador se llevasen bien, pero sigue siendo su padre... Y él su hijo. Espero que esté hecho de otra pasta, no me apetece tener un psicópata en el grupo. Por el momento se ha portado bastante bien, obviando las mentiras que me contó para convencerme de que viera a Ness. Puedo entender aquella artimaña como fruto de la desesperación, y nos viene bien tener a alguien capaz de manejar armas y físicamente fuerte. Uf, empiezo a divagar. Se ha hecho de noche del todo, la ventana me ofrece una doble imagen. Por un lado, la casi absoluta oscuridad del exterior, la ciudad convertida en un mar de sombras. Por el otro, el reflejo del pequeño grupo a la luz de un par de linternas. Mi aspecto es lamentable, el cabello enmarañado, las ojeras oscuras, la ropa me empieza a estar demasiado grande. Creo que voy a intentar dormir un rato...

5 comentarios:

  1. El grupo,y, en especial Alex, están siendo llevados cada vez más al límite de sus fuerzas y recursos; me pregunto hasta donde podrán llegar y como evolucionaran ante lo que aún les queda por venir. Me recuerdan cada vez más a viejos soldados cansados y eso me resulta entrañable, pobretes. Y lo de Isaac y Mel va camino de convertirse en enfrentamiento épico a lo Ilíada je,je.

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  2. En momentos así me pregunto si de verdad saldrán de la isla, digo... de la ciudad =b

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  3. He terminado de leer todas las entradas del blog hasta hoy y, ¿qué decir?

    Una historia fantástica, yo compraría el libro sin dudarlo. Habéis conseguido otro asiduo :)

    Muchos ánimos!!

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  4. Me alegro mucho Adrián! Espero verte por aquí, todavía queda historia para rato :)

    Puedes unirte al grupo de Facebook si quieres ver más contenidos relacionados con la historia ^^

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  5. Muy buena entrada, como siempre. He tenido la suerte de llegar del campo y poder leer dos entradas nuevas del tirón, hoy me siento afortunada...
    LA verdad es que el grupo tiene una fuerza que no aparentaba la principio, y los personajes están trabando lazos muy fuertes. Pobre Isaac, llegará a reunirse con ellos?

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