lunes, 16 de noviembre de 2009

Despertar

No había nada cuando desperté, tan sólo una oscuridad líquida que lo impregnaba todo. No tengo manera humana de calcular el tiempo que estuve así, lo mismo habría dado un año, que una década o que un minuto, al ser consciente de algo así, el terror se apoderó de mi, pero todo era inútil. La desesperación, la amargura, la impotencia... nada podía hacer por cambiar mi estado. Y de pronto, el líquido alquitranado y pegajoso empezó a formar un torbellino, que me atrapó en su recorrido, vaciándose rápidamente llevándome hacia la superficie, una superficie que no estaba allí momentos antes, pero que sentía de alguna forma que me aproximaba a ella.

-¡¡Ha abierto los ojos!!! -exclamó Sam dando un respingo con el hacha enarbolada por si acaso.
Ante mi borrosa visión, enseguida aparecieron las chicas, Mishel cubriéndose tras Sam y Alex, mientras ésta última se acercaba con cuidado pistola en mano.



-¿Tenéis un poco de agua? Estoy seco -conseguí exclamar, no sin dificultad.

-¡Por Dios, ha funcionado! ¡Sea lo que sea que le inyectaron ha evitado que se convierta en un muerto! -dijo Mishel asombrada.


Entonces me acordé, y no pude evitar dirigir mi mirada hacia la pierna herida por el mordisco, alcé el rostro hacia el de Alex y sin mediar palabra la expresión de mi cara le preguntó, ¿qué me ha pasado?


Apenas podía creerlo. Había pasado poco tiempo desde que los tipos con trajes de seguridad se marcharon. Después de extraerle a Isaac muestras de sangre y tejido de la herida, dijeron que tal vez no se convertiría. Por lo que pude escuchar de su conversación, no habían probado el compuesto con un paciente en fase tres (sea lo que sea lo que eso signifique). Luego, se marcharon, sin esperar a ver si su predicción se cumplía o no. No dieron explicación de quiénes eran ni de qué pretendían descubrir con todo aquello, aunque obviamente era algo relacionado con lo que estaba causando este maldito apocalipsis.
Mientras Sam se apresuraba a buscar en las mochilas la única botella de agua que pudimos salvar en nuestra apresurada huída, me acerqué a Isaac y le puse la mano en la frente. La fiebre había bajado significativamente y probablemente ahora se reducía a unas décimas. La sangre había dejado de coagularse y parecía fluir sin problemas. En su piel, todavía pálida, las venas iban dejando de marcarse y su aspecto era menos aterrador. No podía creer lo que veían mis ojos... Incluso alrededor de la herida de su tobillo se apreciaba una ligera mejoría. ¿Estaba remitiendo de verdad la infección?
Mishel, a unos pocos pasos de mi posición, me miraba preocupada, leyendo en mi rostro esa misma pregunta.
Ayudamos a Isaac a incorporarse y apoyar la espalda en la pared. Le conté todo lo que había ocurrido mientras él estaba inconsciente. A nuestro lado, Sam y Mishel recordaban aquellos difíciles momentos al ritmo de la historia. Al terminar, nos quedamos mirando a nuestro recién recuperado compañero.

- Y tú, ¿cómo te encuentras?


-Siento palpitaciones en cada centímetro de mi cuerpo, así como el recuerdo de que se me quemaban las venas...*tose ligeramente*...no se si podré levantarme. ¿Estamos a salvo aquí?-No lo creo, podemos esperar un par de horas, pero deberíamos partir en cuanto amanezca, aquí no tenemos con qué hacernos fuertes- dijo Sam con tono de preocupación.

Asentí cerrando los ojos cuidadosamente para aprovechar las pocas horas que quedaban para marcharnos y descansar. Estaba vivo, no termino de comprender aún cómo es posible... todavía tengo en el cuerpo las sensaciones de agonía y fogonazos de dolor, tan sólo espero recuperarme del todo.



Mientras el resto del grupo preparaba algo de comida y recogía las cosas preparandonos para la marcha me dormí como últimamente era costumbre, con la nana de los muertos sonando a lo lejos, en la calle.